El Papa Francisco, en su intención de oración para octubre clama para que “Todo bautizado se involucre en la evangelización y esté disponible para la misión a través de su testimonio de vida”. Estas palabras del Pontífice, trata de vivirlas Sor Janeth Díaz.
La religiosa es originaria del municipio de Vallecillo, Francisco Morazán. Es la mayor de ocho hijos y desde muy pequeña, aprendió a cocinar y llevar los quehaceres del hogar para colaborar con su mamá en el cuidado de sus hermanos. “No hay cosa más hermosa que cuando la familia es numerosa y se vive esta unidad y amor” confesó y agregó, que aprendió de su padre las labores del campo sin descuidar sus estudios.
Anhelos Tiene grabado en su corazón aquellas palabras de su profesor de segundo grado que le cuestionó por primera vez, qué era lo que ella quería llegar a ser. Recuerda con nostalgia que su respuesta fue, que quería ser maestra y monjita. Desde los siete años, tuvo la oportunidad de conocer a las Misioneras de Marilam por la evangelización que ellas realizaban en su comunidad.
Fe Sor Janeth reconoce que su experiencia con Dios se la debe a los laicos, ya que en su aldea solo se recibía la Misa una vez al año, para la fiesta patronal. Por lo que fue conociendo cada vez más de Dios por la Renovación Carismática, los catequistas y los Delegados de la Palabra de Dios. En su juventud, antes de ingresar con las hermanas, disfrutó mucho trabajar en el corte de café en algunas fincas de su comunidad. Demostró su liderazgo con los jóvenes de su parroquia y acompañó durante mucho tiempo a la Infancia y Adolescencia Misionera de las Obras Misionales Pontificias (OMP).
Discernimiento Ella revela que cuando llegaban las religiosas de misión, se les pegaba como “garrapata” acompañándolas en todo lo que hacían. Este testimonio le fue cautivando, especialmente, porque las miraba muy felices cumpliendo su misión evangelizadora. Desde niña, quiso ingresar a esta comunidad religiosa, pero en sabiduría, ellas le pidieron que concluyera sus estudios para que fuera consolidándose este llamado. Como toda joven, vivió la experiencia del noviazgo, pero esto no le llenaba, sentía que le hacía falta algo más grande, algo que solo Dios podía completar en su vida.
Formación Vivió con mucha alegría su etapa de formación, desde su aspirantado, postulantado y noviciado. Aunque al inicio extrañaba a su familia, poco después, con las faenas de la misión, se va compenetrando mucho más para dedicar su vida al servicio de Dios. Tras realizar sus primeros votos temporales, es enviada a la Parroquia Santa Cruz de Yojoa para ejercer su primer compromiso de la mano de su constante preparación como religiosa.
Misión Después de esta experiencia pastoral, fue enviada a Costa Rica para ejercer una misión parroquial, principalmente de acompañamiento a los grupos y comunidades de este sitio. Le tocó regresar al país para vivir un trabajo pastoral en La Ceiba. Después de tres años, es enviada nuevamente a Costa Rica, con las OMP, especialmente en la infancia misionera. Al volver a Honduras, continúa ligada a este movimiento y en la actualidad sigue trabajando activamente en él.