Testigos fieles: Iglesia Exhorta a predicar a Cristo con el ejemplo

La coherencia entre palabra y obra es la luz que evangeliza en medio del mundo a través del Espíritu Santo que guía a encarnar el Evangelio en cada gesto

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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En un mundo que observa con lupa los comportamientos de los creyentes, la coherencia entre lo que se predica y lo que se vive se convierte en un testimonio silencioso pero poderoso de fe auténtica. En la Iglesia, los grupos pasto- rales, movimientos y comunidades no están llamados solo a proclamar con palabras, sino a ser reflejo vivo de Cristo con sus acciones.

El Padre Alexis Melgar, Vicario de la Basílica de Suyapa, recuerda que “La misma Palabra de Dios señala que una fe sin obras es una fe muerta y una obra sin fe es puro activismo”. El Presbítero señala que “debemos pedir al Espíritu Santo que nos inspire a tener un equilibrio entre lo que predicamos y lo que practicamos”.

En sintonía, Juan Antonio Hernández, miembro de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, afirma que “En lo profundo de nuestra fe, no hay contradicción con lo que hacemos. La fe es el motor que impulsa a actuar, le da sentido a la vida”. Es decir, creer no es solo aceptar verdades, sino dejarse transformar por ellas hasta ser fermento de vida nueva en medio del mundo.

En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco señaló que “el testimonio de vida es el primer paso para la evangelización” (EG, 120). Más allá de grandes discursos, el ejemplo cotidiano de los cristianos en su familia, trabajo y comunidad puede ser la luz que otros necesitan para acercarse a Dios. Jesús lo dijo con claridad: “Ustedes son la luz del mundo… alumbre así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos” (Mateo 5, 14.16). Ser luz significa ser coherente, ser ejemplo, ser testimonio.

La vida de Jesús es la mayor muestra de coherencia. Todo lo que enseñó, lo vivió. No pidió nada que Él no hiciera primero. Seguir a Cristo se traduce en fidelidad, honestidad, humildad, servicio y entrega. El compromiso cristiano no se limita al templo, se extiende a todos los ámbitos de la vida. Desde la manera de tratar a los demás, hasta la forma en que se enfrenta la adversidad. Cada gesto de justicia, cada palabra de aliento, cada acto de solidaridad puede ser signo de un Evangelio encarnado.

Testimonio

El mundo necesita testigos, no solo predicadores. El verdadero evangelizador es aquel cuya vida refleja lo que proclama. Porque no hay testimonio más creíble que el de una persona que, con humildad y entrega, vive lo que cree. Y en eso, cada uno tiene un papel fundamental.  

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