Uno les califican como “El don de Dios a nuestro tiempo” y otros la refieren como la “Mística, Maestra de la vida espiritual, Profeta”, pero todos coinciden es que Sor Faustina Kowalska “recordó al mundo la verdad bíblica sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona”.
Como lugar de nacimiento se registra, una aldea de Polonia, Glogowiec el 25 de agosto de 1905, en el seno de una familia campesina, pobre y católica. De entre 10 hermanos, era la tercera hija. Con apenas dos días de nacida, fue bautizada y recibió el nombre de Helena. Luego a los 9 años recibió la Primera Comunión. Desde pequeña destacó por su piedad, amor a la oración, laboriosidad y obediencia, y por ser muy sensible a la pobreza humana.
Desde los siete años sintió en su alma el llamado a servir a Dios, pero los padres no le daban permiso para entrar en el convento. Sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente, en julio de 1924 salió para Varsovia para buscar lugar en un convento. El 1 de agosto de 1925 ingresó en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia.
Cumpliendo los deberes de cocinera, vivió en esta congregación 13 años. También fungió como vendedora en panadería, jardinera y portera en distintas casas. Paso un lapso de ocho meses en Cracovia, esto debido a que padecía de tuberculosis pulmonar y del tubo digestivo, estuvo interna esos meses en el hospital de Prądnik, en Cracovia.
Aunque la enfermedad le causaba grandes sufrimientos, fueron mucho mayores los tormentos que soportaba como un sacrificio voluntario por los pecadores y como Apóstol de la Divina Misericordia.
La tarea fundamental de Sor Faustina fue transmitir a la Iglesia y al mundo el mensaje de la Misericordia que recuerda la verdad bíblica de la fe sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona, llama a confiar a Dios nuestra vida y amar activamente al prójimo.
Jesús le mostró cuán profunda es su misericordia y comunicó las nuevas formas de culto: la imagen con la inscripción „Jesús, en Ti confío”, la Fiesta de la Misericordia, la Coronilla a la Divina Misericordia y la oración en la hora de su agonía en la cruz llamada la Hora de la Misericordia.