Si abandona su vocación, debemos acuerparle con oración y compañía

Este es un hecho que se puede dar normalmente en el caminar pastoral de las diócesis y no debe ser visto como algo alarmante

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La vocación es un llamado, como en reiteradas ocasiones lo hemos definido, pero con esta convocatoria a seguir al Señor, también hay momentos de soledad, angustia, miedo y decisiones, muchas de ellas que van enraizadas en dejar una vocación para asumir otra. La vida cristiana, debe, de hecho, girar en torno a ello, a encontrar la vida de servicio donde más encaje y con la cual, el empeño que coloco sea el más idóneo y significativo.

Acompañar

En ocasiones, quienes han emprendido esta senda pueden encontrar dificultades tan grandes que consideren abandonarla. En esos momentos de crisis, la comunidad cristiana tiene un papel fundamental: acuerpar a aquellos que están luchando con su vocación mediante la oración y la compañía. La decisión de abandonar una vocación no se toma a la ligera. A menudo, es el resultado de un prolongado período de lucha interna, dudas, y desafíos externos. Las razones pueden ser múltiples: desde una crisis de fe, problemas personales, hasta circunstancias difíciles en la vida de la persona. Es crucial que la comunidad no juzgue, sino que busque entender y ofrecer apoyo genuino.

Esperanza

Cada vocación es diferente, según el elegido, según el llamado e incluso, interviene mucho la respuesta que se da. Nunca debemos perder de vista la esperanza en la Divina Providencia de Dios, porque Él tiene un plan para cada uno de nosotros, incluso cuando no podemos verlo claramente. Acompañar a alguien en su crisis vocacional o en consecuencia, a quien abandonó su llamado, es también un acto de fe en que Dios, en su infinita sabiduría y amor, guiará a esa persona hacia donde Él quiere que esté. En definitiva, Dios capacita a quienes elige con el don del discernimiento y quien abandona una vocación, es de gran manera, alguien valiente porque es sincero consigo mismo, con Dios y con la comunidad, misma que debe aceptarle y orar por su pronto encuentro con la verdadera vocación.

1 Oración

La constante plegaria por quienes asumen una vocación es fundamental rogando al Señor la lleven a término, pero también se vuelve primordial en quienes optan por dejarla, tomando en cuenta que Dios actúa en todo tiempo y con todos los seres, ante esto, el llamado es a siempre orar por los ‘’vocacionados’’, pidiendo puedan encontrar la vocación que les llene de felicidad y sirvan de mejor manera.

2 Forzar

En algunos momentos, podemos caer en querer ‘’a la fuerza’’ guiar una vocación, quizá no sabiendo los verdaderos deseos de quien se encuentra en una encrucijada y desea guiar su vida de servicio por otro sentido, ante esto, debemos respetar las posturas y las decisiones de cada uno. Obligar para que una hombre o mujer llegue a su ordenación o a sus votos, no es sano para la Iglesia ni para la persona.

3 Comprender

Una de las bondades que el pueblo católico debe tener ante quien decide dejar el seminario o abandonar una congregación religiosa, es la comprensión, una virtud que se debe ir fortaleciendo entre la feligresía y que tiene que ver con entender que Dios tiene el control del tiempo y del espacio, que, además, esto no es signo de alarma sino de sinceridad con la comunidad.

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