¿Se puede santificar Halloween?

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Halloween se ha convertido en una celebración totalmente distante del significado en el que se funda, por tanto, es justo reclamar dicha festividad gestada en nuestra Santa Madre la Iglesia. Indudablemente su origen se sostiene de elementos propios del cristianismo, sin embargo, resulta también indiscutible el hecho que elementos paganos como fruto de una sociedad secularizada tergiverse la identidad propia de esta fecha.

La noche del 31 de octubre, en el inglés antiguo, era llamada All hallow’s eve y más tarde pasó a abreviarse como “Halloween”, es decir, víspera de todos los santos, pues prepara a la Iglesia militante para honrar a quienes han alcanzado el cielo: la Iglesia triunfante. Por tanto, se trata de la noche en que los cristianos nos unimos para recordar y encomendarnos a todos los santos del cielo y para pedir por los que en calidad de Iglesia purgante se encaminan a él.

Sin embargo, en medio de un mundo cada vez más secularizado y manipulado por el libertinaje y el comercio, la idea de santidad resulta incomprensible, por lo que conlleva un reto a quien pretende ser luz en medio de las tinieblas. Por consiguiente, la celebración de estos días santos ayuda al cristiano a recordar la realidad del cielo y del infierno, por lo que se convierte en un tiempo propicio para proponer la fe a través de elementos que ayuden al hombre a encaminarse a la santidad.

Esta fecha como ninguna otra parece causar discordias entre la fe de la Iglesia y los elementos arrojados por el folclore del pueblo, sin embargo, no se debe caer en posturas tales como satanizar a un niño por el acto de pedir dulces junto a sus amigos, o de condenarlo por vestirse de algún personaje sin que este esté relacionado con el mal y el ocultismo, así, por ejemplo, superhéroes, princesas o alguna profesión.

Participar de una fiesta familiar o de una reunión en el colegio sin que esta rompa con las lealtades inherentes en el ser humano, sin que amenace la fe o sea contraria a la sana moral y a los valores del Evangelio, no hace partícipe al hombre de algún ritual satánico. No obstante, debe permanecer de fondo la premisa que dé respuesta a si estos actos contribuyen o no a la construcción del Reino en la tierra, pues si el interés de festejar Halloween no tiene como principio la celebración de la fe, indudablemente la intención de participar de dicha fiesta pierde sentido.

Glorificando a Dios nos santificamos a nosotros mismos y qué mejor que este tiempo de preparación a la solemne celebración del día de Todos los Santos en el que podemos adquirir la gracia a través del sacramento de la reconciliación y de la eucaristía. Además, santificar nuestras vidas con el rezo del Santo Rosario, la lectura orante de la Palabra, el rezo de la Liturgia de las Horas, la devoción sacramental y la Adoración Eucarística. Asimismo, con prácticas de ayuno, oración, examen de conciencia y penitencia. En fin, necesitamos vestirnos de hombres nuevos y de este modo ser luz del mundo.

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