San Lorenzo: El santo que inspira y custodia la labor de los Diáconos

El servicio y entrega de los diáconos fortalece la comunidad y la fe de la iglesia

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Cada 10 de agosto, la Iglesia celebra a San Lorenzo, uno de los siete diáconos de Roma en la época del Papa Sixto II y uno de los santos más venerados de la antigüedad. Su vida y martirio inspiran a muchos, incluidos los diáconos de nuestra Iglesia, tanto permanentes como transitorios. El Santo, se ha convertido en un intercesor de todos, como bien lo apunta San Agustín, quien afirmó que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo.

Hugo Mejía, diácono permanente en la Catedral San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, compartió su historia de vocación que inició en el seminario menor y mayor, pero circunstancias personales lo llevaron a retirarse y dedicarse a la ingeniería y un negocio personal durante 40 años.

Sin embargo, siempre mantuvo su conexión con la Iglesia, sirviendo como delegado de la palabra por más de seis años. Su llamado al diaconado se consolidó durante una misa en Suyapa, cuando decidió explorar este camino y presentó su intención al cardenal Óscar Andrés Rodríguez. Tras cuatro años de intensa preparación espiritual y académica, Hugo fue ordenado diácono permanente y desde entonces ha dedicado su vida al servicio de la Iglesia y la comunidad.

Hugo asiste a los sacerdotes en la liturgia y cuida de los mayores, reflejando su dedicación y amor por Dios en cada tarea. Equilibrar sus responsabilidades familiares, laborales y eclesiásticas ha sido desafiante pero gratificante. Su esposa e hijos han sido un apoyo crucial en su misión.

El ejemplo de San Lorenzo, quien entregó su vida por su fe, sigue siendo una fuente de inspiración para Hugo y todos los diáconos. Al celebrar a San Lorenzo reconozcamos la valiosa labor de los diáconos, cuyo servicio y compromiso fortalecen nuestra comunidad y nos acercan más a Dios.

DIFERENCIAS DIÁCONO TRANSITORIO Y PERMANENTE

El diácono transitorio recibe esta ordenación como un paso hacia el sacerdocio; su ministerio es temporal y se convierte en presbítero tras un período de formación. En contraste, el diácono permanente asume este rol de manera indefinida, incluso después de ser ordenado. Este camino es accesible también para hombres casados, como explica Hugo Mejía, quien, tras una extensa preparación y experiencia personal, ha dedicado su vida al servicio eclesiástico.

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