Tranquilos que no es que me equivoqué en el término en discusión ni en lo que significa. Simplemente es que me doy cuenta que, en el castellano nuestro, ya sea en plural o en singular este asunto suena igual. Por eso me pregunto si estamos dispuestos a ceder frente a las acciones más que sospechosas y que, me permito ir más lejos que mis hermanos de La Ceiba, no solo “huelen” mal, sino que ¡Están mal! Son delictivas, criminales y atentan gravemente contra toda ley, justicia y sentido común.
Aunque estoy absolutamente claro con las declaraciones apegadas a la Doctrina Social de la Iglesia que el Santo Padre comentó en un rotativo francés que “El Estado debe ser laico y no confesional”, el problema es que a estos señores no les importa realmente nada más que salvaguardar sus intereses y encontrar vías de escape a sus acciones que en cualquier otra parte del mundo los tendrían tras las rejas.
El Estado debe ser laico, pero laico no significa injusto, totalitario o dictatorial. Si se cede ante semejantes atropellos, estaremos ante actos de los cuales pasarán décadas en que siquiera podremos empezar a ver la luz. Si se cede ante tanta falacia, ante el imperio del pensamiento único, impositivo y demagogo, estaremos cediendo mucho más que a nuestra soberanía, ¡A nuestra dignidad! Si se cede ante estas acciones carentes de transparencia, carentes de respeto por lo más elemental de la comunicación entre pueblo y Gobierno, en cualquier democracia, estaremos cediendo a la paz.
Sí, a la paz. Si se cede ante estas acciones irracionales en las que pretenden hacernos creer que es pura casualidad que después de 8 años de ser cuestionados una y otra vez, en su legitimidad, sobre todo en los últimos 4 años y que ahora han encontrado la solución al problema del empleo cuando no han logrado prácticamente nada en este espacio de tiempo con otros programas… más aún, si se cede bajo un halo de bondad que realmente solo está propiciando caos y repudio de todas las instituciones que sí son legítimas, en un año electoral y en medio de un ambiente ya de por sí caldeado, cederemos a nuestra dignidad en todos los sentidos posibles.
Si se cede, si se renuncia a actuar con base a la conciencia y se sigue actuando con base a lo que ya no es ni siquiera una línea de partido sino el capricho de unos pocos, habremos cedido ante aquellos que en reiteradas ocasiones nos probaron que es por la fuerza del control total que quieren lograrlo todo, ignorando que lo único que hacen es cavar una tumba en la que nos llevan de encuentro a todos. Por eso, porque es solo la punta del iceberg, porque amo este país y a su gente, porque sé que somos muchos más a los que no se nos puede señalar ningún delito, ningún abuso de poder yo no cedo: No a las ZEDES.