Antes que vayan a empezar a opinar sobre el porqué me meto en este tema diciendo que: ya va este curita metiéndose en política. Ese campo no me corresponde en cuanto al aspecto partidista del mismo, así que eso no es mi intención. En estos días he tenido la gracia de participar en una reunión latinoamericana en la que he escuchado a 4 venezolanos directamente. Nunca en nuestros diálogos apareció el nombre de ninguno de los candidatos de los partidos, aún enfrentados. Enfrentados, porque fundamentalmente hace falta vivir en la verdad y más aún, aceptar las consecuencias de la misma. Nuestro error al enfrentarnos unos con otros, en el campo que sea, es que nos engañamos tanto que llegamos al punto, enfermizo, de creernos nuestras mentiras y atrevernos a decir que: “yo tengo mi verdad y usted tiene la suya”. La verdad, para que lo sea, es única. Atrevernos a vivir según esto es una experiencia liberadora que ordena nuestra vida, en todo sentido.
Es muy cierto que hay personas enfermas que en su mitomanía piensan que sus mentiras son verdades. Si eso les afectara sólo a ellos, pues el problema sería poco porque sus efectos serían reducidos. Por eso, vuelvo a la experiencia propia de los venezolanos, de la gente que no tiene acceso a mayor libertad y, sobre todo, que siente que las polarizaciones lo único que logran es hundir más su deseo de desarrollo, de progreso. Lo que puedo decir es que, todos, absolutamente todos, los venezolanos de bien están cansados. Unos cansados de caminar en la ruta migratoria y otros cansados de esperar que las cosas cambien, en bien de todos, y no sólo de un grupo, por grande que este sea.
Esta crisis actual, es la extensión de una que tiene ya muchos años de estarse padeciendo. Aquí si opino directamente: nada de esto es justo. Los nuestros son países demasiado fraccionados y hay demasiada gente afectada con estas actitudes tan poco éticas, tan poco morales. Más allá de los efectos ideológicos que acarrea está situación para nuestro país, lo cierto es que, de nuevo, se nos está olvidando el factor humano.
Lo que yo he escuchado en estas horas son los testimonios dolorosos de tantas personas afectadas por la intransigencia y el afán de justificar lo injustificable. Lo interesante, por llamarle de alguna manera, de todo esto es que siempre que se señalan las falencias de nuestras democracias lo que más aparece, mucho antes que las actas o los votos, son las excusas y las imposiciones. Quise hacer ver, desde el inicio, que lo más doloroso es ver tanta gente cansada, pero seamos honestos, todos estamos cansados.
La carencia de líderes legítimos, al menos honestos, nos está llevando por rutas que realmente están cada vez más enrarecidos. Nos queda esperar, pero no de brazos cruzados, sino con un rosario entre las manos y sin olvidar que si queremos ayudar a Venezuela, no debemos olvidar a los venezolanos concretos que están pasando por nuestras calles.