Reflexión | Semana crucial

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Pocas semanas como esta serán tan importantes para nuestra historia reciente. Me atrevería a señalar que dado el altísimo índice de esperanza que la población ha depositado en el resultado de las elecciones pasadas, estamos frente a un momento de inflexión más que trascendental. Son varios los puntos que deberíamos comentar y discutir. Les comparto algunos desde la perspectiva de un sacerdote que además ama entrañablemente el país que le vio nacer.

Lo primero es recordar que no se trata únicamente de que este próximo jueves tomará posesión la primera mujer electa para presidente de nuestro país. Esa visión presidencialista es lo que mucho daño nos ha hecho en el pasado y debemos superarla pronto. En segundo lugar, la instalación del Congreso Nacional y de la toma de posesión de las Corporaciones Municipales en los 298 municipios es también de suprema importancia.

Respecto del Congreso Nacional hasta la saciedad nos han demostrado que muchos de los diputados, del color que sea su instituto político, danzan al ritmo de la conveniencia egoísta, arribista y tasada. Más o menos votados ninguno de ellos cuenta ni remotamente con el apoyo de ni siquiera la cuarta parte de la población y deben ser muy prudentes porque cada vez más están en la mira y son evaluados por un pueblo que ya sabe que no hay mal que dure 100 años, ni siquiera más de 4 años.

En tercer lugar, a los diputados del partido que gobernó durante 12 años les conviene, por el bien del país y el bien de ellos mismos, que su oposición no sea el resultado de seguir los lineamientos caudillistas que les han caracterizado. No es posible que sigan defendiendo lo indefendible y se hagan de la vista gorda cuando es evidente que muchos de los miembros de ese instituto político actuaron contra los intereses del bien común.

Bien dicen que la corrupción no es exclusiva de un grupo en particular. En cuarto lugar, es necesario que se trabaje fuertemente para adecentar el poder judicial y la Fiscalía General del Estado, porque ambas instituciones son eso, del Estado, no de ningún grupo político. Sin seguridad jurídica ningún país puede salir adelante.

En quinto lugar, es imprescindible que se persiga el delito y sobre todo el que ha estado vinculado al abuso de poder y al despilfarro de los bienes nacionales. Aquí la medida la debe dar la ley, sino se convertirá en una cacería política que no tiene sentido si es inspirada por el revanchismo y el desquite. Buscar la justicia, siempre, pero jamás por el simple hecho de que me caen mal los de este o aquel grupo. Finalmente, no olvidar que gobernar no es mandar. El arte de gobernar nace del ejemplo y de la fidelidad a lo que se promete de manera pública: Defender y hacer cumplir la Constitución y las leyes.

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