Reflexión | ¿Qué ha cambiado en 200 años?

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Aunque nos suene bastante duro, pero uno de los análisis que debemos con mucha seriedad hacer en vistas a la celebración del bicentenario de nuestra independencia, es preguntarnos qué cosas han cambiado en 200 años a nivel social y a nivel político. Sin duda, que la constitución en estados independientes de lo que fueron las antiguas intendencias o provincias del Reino de Guatemala fue un punto de avance. Pero, llegar a ser un Estado Nación, es un proceso que sinceramente a veces parece que no se ha concluido. No basta con poseer territorio si este se vende al mejor postor.

No basta tener población si esta huye del país por falta de oportunidades y porque literalmente están siendo expulsados. No basta decir que tenemos leyes si la verdad es que ni se cumplen ni son leyes sino acuerdos para beneficiar a un grupo determinado. Por otra parte, el ideal republicano que inspiró las constituciones de las nacientes repúblicas, si vemos lo que está ocurriendo actualmente a nuestro alrededor en Nicaragua, en Guatemala, en Honduras y en el Salvador, por mucho que se disfrace de una aparente institucionalidad, lo cierto es que 200 años después pareciese como si el totalitarismo sigue vigente. Es cierto que no se apela al derecho divino o al derecho de sangre, pero sin derecho legítimo hay quienes quieren gobernar e imponerse de manera continuista a como dé lugar. También es cierto que todos nuestros países tienen gobiernos salidos supuestamente de la voluntad popular, pero detrás de todo esto hay un concepto de pueblo que solo existe en la cabeza de los que tras bambalinas siguen manipulándolo todo.

Casi me atrevería a decir que por más que haya avanzado la ciencia política, ni la ética ni la moral han progresado mucho en su aplicación. Más aún me atrevería a señalar que si algo no ha cambiado en 200 años es que el concepto pueblo en la práctica sigue siendo el mismo. Es decir, el conglomerado de habitantes de un territorio a los cuales se le sigue explotando y cuyas libertades son conculcadas de manera casi sistemática y cuyas conciencias son manipuladas para servir a intereses que se negocian en su nombre y a costa de su integridad.

Sería muy bueno hacer un estudio comparativo, serio y sin sesgos sobre los ideales que inspiraron la constitución del Estado de Honduras en el marco de la aventura federativa y ver si esto se ha medianamente cumplido, porque conocer el espíritu del legislador es fundamental a la hora de sopesar lo que plasmó en la legislación que acompañó sus proyectos. Lo primero que debo decir, es que a pesar de que, entre los legisladores de la primera hora hubo algunos sacerdotes que hicieron valer más su criollismo que su fe y que sobrepasaron los limites de sus competencias, estos solo respondieron a la visión minimalista de un mundo que emergía, pero sin realmente tomar lección de la historia que otros habían vivido.

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