De verdad que estoy soñando con el día en que la conciencia no me obligue a seguir hablando de temas relacionados directamente con el acontecer nacional. Luego empiezan a atacarme de que me meto en política y terminan hasta diciendo que no soy lo suficientemente inteligente para no ver las cosas con objetividad.
Vamos por partes. Está claro que todos en Honduras pedimos a gritos que se cambiase la forma de proceder de los que detentan el poder. Eso no significa, al menos de parte nuestra, asociarnos a una ideología o casarnos con un partido político. Lo malo es malo sea del partido que sea y en las circunstancias que sean.
Nadie puede escudarse, incluso teniendo la voluntad popular de su lado, para actuar promoviendo una vez más la ilegalidad y la impunidad. Si la razón está de su lado no necesitan proceder de esa manera. En este sentido, hoy y siempre, tener una oposición crítica pero constructiva es indispensable para lograr el equilibrio en la manera de legislar y en la manera de gobernar. Criticar no es sinónimo de tomarse carreteras, incendiar el país o jugar a hacerle el mayor daño posible al rival político.
Si la intención es refundar el país no lo “refundamos” con acciones que por demás están carentes de un proceso de pensamiento y discusión transparente y madura. Si al final termina siendo igualmente una aplanadora legislativa que exime debates por el afán de nombrar gente de la que nadie sabe mayor cosa, estamos ante lo que siempre se ha criticado y entonces las cosas no cambiaron, sino que se institucionalizaron. Atreverse a actuar diferente no es fácil y sin duda lo es menos cuando nuestras actitudes son para protegernos o nacen de una especie de revanchismo desesperado. Lo que pedimos es que dejemos de hacer las cosas apresuradamente y sin meditarlas bien.
El Gobierno de doña Xiomara es de 4 años no de 10 días o de 100 días, por aquello que se evalúan normalmente pasado el centenar de días. La cámara legislativa debe, en primer lugar, superar los vicios de nulidad que le persiguen, integrarse en toda su representatividad y trabajar, discutiendo con madurez y altura. Si se va a conceder amnistía hay que revisar bien lo que el término implica. Generalizar e impedir que se investigue y se judicialicen casos de manera indiscriminada no hace sino generar más inestabilidad social y lanza una sombra de sospecha que no es necesaria que cubra a gente honorable.
Hagamos las cosas bien, por favor. Si al final termina siendo que hay unos “más iguales que otros” la esperanza que teníamos en los funcionarios nuevos se diluye. A este ritmo, la CICIH vendrá a investigar solo a unos y no a todos. Más de lo mismo y mucho menos de lo esperado. Y antes de que digan que no soy abogado y que no debo opinar porque soy sacerdote, reclámenle al que cometió el gravísimo error de enseñarme a leer y a amar a Honduras.