Reflexión | Pandemia

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Es realmente alarmante el nivel de contagios que estamos atravesando en estos días. Esta ola realmente que nos está “revolcando”. Lamentablemente sigue habiendo personas que consideran que se trata de una simple “gripita”. He perdido, producto de esta desgraciada enfermedad, dos familiares y muchos amigos, feligreses. He visto deteriorarse, reinfectarse a tantos hermanos que por eso sé que con este virus no se juega.

Debo admitir que he intentado por todos los medios que la gente de mi parroquia y aquellos que están a mí alrededor no se contagien. He recibido mil quejas por mi exigencia en las medidas de bioseguridad y sobre todo muchas burlas y críticas. Algunos incluso han insistido que hay que aprender a vivir con esta enfermedad, pero una cosa es aprender a vivir con ella y otra cosa es actuar irresponsablemente pensando que es algo inofensivo. Estamos viviendo sin duda momentos apremiantes en nuestro mundo.

El cambio climático, la guerra en Ucrania, la ideología de género, las persecuciones y la pandemia nos están retando grandemente. No es asunto de creer que ya va a ser el fin del mundo, sino de saber prepararnos para cuando Dios nos llame a rendir cuentas de cómo hemos llevado adelante nuestra vida. Todos estos son “signos de los tiempos”, como diría el Concilio Vaticano II. Son señales que nos indican claramente que sin Dios nada es posible y con Dios todo lo es. Cierto que en Honduras padecemos desde hace mucho tiempo de la pandemia de la corrupción y la impunidad que es más letal que el COVID-19.

Da pesar que, en lugar de dirigir nuestros esfuerzos como nación para combatir esta pandemia, fortaleciendo el sistema de salud y pagándole lo debido al personal de salud, estamos enfrascados en seguir con esa política nefasta en la que les encanta jugar con la dignidad de la gente. Refundar Honduras no pasa por destruirla más. Nos guste o no, son necesarias todas las fuerzas políticas para salir adelante.

Claro que hay mucho de criminal en el proceder de los que estuvieron antes y no hablo solamente, por enésima vez, de los que estuvieron en los últimos 12 años. Combatir la corrupción y fortalecer el Estado de Derecho no son solo prioridades de un gobierno sino un imperativo absoluto para todos. Aunque los canse a todos, debe quedar claro que sin justicia de nada sirve que se haga todo el show mediático que hacen hasta para cambiarle el nombre a un estadio.

Lo que más me asusta de estos días, es que se les vaya a pegar a los del actual Gobierno la peste del vecino al que incluso señalaron de demócrata y vayan a terminar expulsando del país a punta de su fanatismo ideológico a algunas religiosas solo por el afán de aparecer socialistas. Estoy claro que son parejas presidenciales muy distintas, muy muy distintas… pero el virus no discrimina, como tampoco la corrupción ideologizada.

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