Reflexión | Obedecer a Dios antes que a los hombres

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El anuncio de la Pascua es el del triunfo de la vida sobre la muerte, de la libertad sobre la esclavitud, de la Gracia sobre el pecado. Es un anuncio de esperanza confiada en aquel que ha dado la vida por nosotros, para darnos la verdadera Vida. Sin embargo, el sentido de la Pascua muchas veces queda en nada porque se pierde en un mar de contradicciones.

Es el tiempo litúrgico más importante del año porque celebra el misterio central de nuestra fe y, sin embargo, es con mucho un tiempo que no tiene los elementos con los que, por ejemplo, cuenta la Cuaresma y la Navidad. La tentación muchas veces es la de vivir este tiempo como si fuese tiempo ordinario, solo que con color blanco en el uso de la liturgia. Pero lo más grave no está en las prácticas litúrgicas sino en la vida moral.

De hecho, es siempre necesario recordar que el cristianismo no es una simple doctrina, sino que es un modo de vida como se lo indicó el ángel que liberó a Pedro y a Juan de la cárcel según nos lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles. Y precisamente de eso que hemos leído esta semana II de Pascua es que quisiera compartir con ustedes una breve meditación que me nace del corazón por la situación tan crítica que estamos viviendo. En dos ocasiones Pedro delante del Sanedrín defiende su testimonio, el anuncio del Resucitado, señalando que es necesario “obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Entre nosotros obedecer a ciegas a una serie de autoridades que se han desautorizado por su falta de ética, de transparencia, está reclamando de nosotros una actitud que sin ser violenta y desmesurada, sí debe ser de alguna manera exigente. ¿Cómo se puede obedecer a una persona que dice que las elecciones recién pasadas han sido las más transparentes de la historia? ¿Cómo se puede obedecer a un Congreso que es incapaz de reunirse de manera presencial y de promover leyes que favorezcan a todos? ¿Cómo obedecer a quiénes están señalados por sus actos de corrupción o por sus vínculos con el narcotráfico? ¿Cómo obedecer a quienes cada vez que abren la boca es para decir mentiras?

Es increíblemente doloroso escuchar las mil y una excusas que presentan para intentar justificar su ineptitud y su desidia. Cada vez que vienen a decirnos, para el caso, que las vacunas no han llegado porque ha fallado el sistema COVAX, revelan lo que son. Si desde antes se sabía que ese sistema solo cubriría el 20 por ciento de la población ¿Por qué no se pusieron desde el inicio a buscar comprar el resto de las vacunas?

Hay que obedecer a nuestra conciencia. Debemos obedecer a los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia: dignidad de la persona humana, bien común, solidaridad y subsidiariedad. Obedezcamos a Dios y roguemos que las autoridades dejen de pensar en ellos y se conviertan.

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