Reflexión | Nuestra Esperanza

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A las puertas de una nueva celebración de Navidad, la del 2021, al menos debemos dar gracias a Dios que la celebraremos sin la incertidumbre que nos han dejado en otras ocasiones los procesos electorales. Hay que admitir que en esta ocasión el mandato fue tan contundente como inobjetable. Cierto es que aún estamos con muchísimas dudas respecto a la transparencia de la elección de diputados y quizás eso es mucho más delicado que la definición misma de quién va a sentarse al frente del Ejecutivo.


Si algo tenemos que aprender de este último proceso electoral, es que el pueblo hondureño y sobre todo las nuevas generaciones, no se están dejando apantallar por la publicidad o por las promesas cargadas de regalos y dádivas, que pretenden manipular su conciencia y su responsabilidad. Debemos aprender todos de esta lección que nos ha dado la inmensa cantidad de personas que confió una vez más en la democracia y que haciendo uso de su derecho, cumplieron con el deber de soñar con una Honduras mejor.


Ahora bien, lo que todos tenemos que aprender, y que esta Navidad debe recordarnos, es que somos una sola familia. Debemos luchar contra la corrupción, la violencia, las injusticias venidas de cualquiera de los partidos políticos y de cualquiera de los ámbitos de la vida social. No se trata de ir en contra de una institución, cualquiera que esta sea, por el solo hecho de que no comulgamos con su ideario. Lo es que realmente imprescindible, es adecentar todas las instituciones de nuestro país. Si eso no se alcanza al menos, como un proyecto claro, firme y determinado en los próximos años, sencillamente volveremos a caer en la espiral de desconfianza y a vivir en una jungla en la que cualquier mono se proclamará rey. La Navidad no es solo, acostumbran a decir
algunos, la mejor época del año, sino es sobre todo una época que nos recuerda cuáles son los legítimos valores que deben imperar
en nuestras familias, y, por ende, en todas las realidades de nuestra vida social. La Navidad es Cristo.

La Navidad es la conmemoración de un Dios que confía en nosotros y pone en nuestras manos a su propio Hijo para que lo cuidemos. De la misma manera, el Señor sigue colocando en nuestras manos la vida de nuestros niños, jóvenes y ancianos, para que les cuidemos. La Navidad es la memoria de un Dios que se atrevió a proponernos un camino de paz fundamentado en la fraternidad, en el respeto de la dignidad de los demás y en la justicia. Cierto es que cantaremos “Noche de paz, noche de amor”, pero lo que no debemos cantar es que “todo duerme en derredor”, sino que queremos y debemos estar despiertos para que nadie nos robe la esperanza en que una Honduras mejor, es posible. No porque lo determine una nueva presidencia, o el cambio de un partido distinto en el gobierno, sino porque todos nos entendemos, y queremos vernos, como verdaderos hermanos. Esa debe ser nuestra esperanza.

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