Los que crecimos leyendo los libros de don Gabriel García Márquez, aún y cuando el mío preferido, “El Otoño del Patriarca”, no menciona directamente a Macondo, nos dejamos llevar por el imaginario hasta la finca de don Aureliano Buendía y a la historia de aquella ciudad que reflejaba el cúmulo de todo lo que un buen manipulador al frente de un gobierno puede lograr. Hay en nuestro Macondo algunos alquimistas que creen que, con fórmulas mágicas sacadas de la nada, se resuelven los problemas.
Hay muchos “laboratorios” en los que no se ha convertido la plata en oro, pero si el polvo en oro. Hay algunos Melquíades modernos que revestidos de elementos cuasi sagrados están buscando vendernos ideas que no solucionan nada más que su propio bienestar. En Macondo llovió durante 4 años… Aquí nos ha llovido desde hace más tiempo, pero también a nosotros cuando nos llueve por 4 días seguidos se nos viene abajo todo.
Los Macondianos seguimos esperando que se nos resuelvan los problemas que nacen de las calamidades de la naturaleza, pero sigue lloviendo. No hay lugar en el mundo donde mejor se aplique aquello de que “nos llueve sobre mojado”. Pero de las enfermedades que más afectaron a Macondo y que más nos es similar es la peste del sueño. Aquí es al revés, nos tienen dormidos desde hace años y muchos estamos prefiriendo pasar soñando en vez de enfrentar la realidad. No es que no podemos dormir, sino que perdimos la capacidad de trabajar en la realidad y hemos perdido la memoria.
Aquí queremos vivir en un presente sin horizonte y sin origen. Estamos ante personas que son expertos en saber esperar y en saber manejar los tiempos. Y cuando las cosas no resultan, estos “Aurelianos”, saben generar guerras y guerrillas con enemigos ficticios o reales pero magnificados. Enemigos que son amigos de ellos y que saben llevar adelante sus proyectos. Enemigos que en las redes y en los medios se despedazan, pero que comen juntos en las casas de los que siguen controlándolo todo porque nunca aceptaron su condición de exgobernantes. En fin, los Aurelianos, junto con los Melquíades nos tienen como nos tienen pero todavía hay algunos que al estilo de José Arcadio Buendía andan buscando lo que los “gitanos” pueden traer de novedoso.
En nuestro Macondo, ya no son problema ni de las minas ni de los bananos, lo que genera una fuente de lucha, de expectativa inútil o de distracción total son las ZEDE. No es que como en Macondo entró el mal con esta “novedad” que estuvo dormida durante casi una década desde su gestación, sino que es uno de los tantos elementos que sumamos a esta ensalada en la que estamos desangrándonos y olvidando lo que realmente deberíamos de trabajar todos con dedicación y perseverancia. Por cierto… conviene recordar cómo termina “Cien años de soledad.”