Reflexión | Lo volvieron a hacer

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Les guste o no a estos señores dueños de los partidos políticos, hay que decirles las cosas con claridad, porque lo más grave de todo lo que han hecho o deshecho en nuestro país, culminaría en su triunfo absoluto si nos logran hacer igual a ellos. Celebrar una ley, por demás ridícula, como el éxito de consensos y un avance para la democracia es seguir jugando con la dignidad de un pueblo que, de tanto que lo han golpeado, ya no logra distinguir entre dolores porque le da lo mismo que le golpeen la economía familiar, la salud, la educación o le quiten su legítimo derecho a elegir a sus autoridades de manera transparente.

Después del golpe de Estado que defenestró al presidente Zelaya, la Comisión de la Verdad propuso, entre un abundante número de reformas, la necesidad de una reforma electoral profunda que evitase que los partidos políticos siguieran metiendo las manos en el manejo directo de las elecciones. Lo que lograron con esa “nueva” ley fue romper con el bipartidismo y alcanzar el honroso paso de hacerlo un contubernio tripartita.

En otras palabras, nada nuevo bajo el sol. La excusa de no permitir el balotaje o segunda vuelta, porque sería un gasto muy grande para el país, se responde como lo dicen allá en El Salvador: “Cuando nadie roba ajusta el dinero”. La deuda política es la que deberían de pagarnos ellos a nosotros. Nos deben años de desarrollo, de libertad, de tranquilidad. Nos han quitado el derecho a que nuestras familias permaneciesen en el país y no tuviesen que emigrar a riesgo de perderlo todo por alcanzar tan poco.

Nos deben años de esperanza y nos deben 200 años de independencia. Que hayan blindado la posibilidad de inhabilitar a cualquier candidato a razón de sospechas de su manejo de los fondos públicos, sobre todo, o de cualquier otro delito en un país donde la Fiscalía ni cuenta se ha dado de todo lo que se ha señalado en el Distrito Sur de Nueva York y donde las cortes no responden a la justicia, sino que la ciegan y maniatan, eso no es progreso, ni respeto del derecho de ser elegido, sino que es un robo a nuestro derecho de elegir a gente proba. Y claro que todos somos inocentes hasta que se prueba lo contrario, pero cuando “el río suena… piedras lleva”… o ¡ya se las llevó!

Esperábamos muchísimo más de los padres de la Patria, de los que tantas veces hemos dicho que más vale ser huérfanos que tenerlos a ellos con ese título que no han merecido y menos cuando siguen danzando al ritmo de intereses mezquinos. Seguiremos luchando y reclamando, rogando a Dios para que llegue el momento en que esa bendita, entiendan el antónimo, “línea de partido” desaparezca. Toca seguir soñando y seguir formando a nuestra gente para que cuestione, disienta y construya ciudadanía.

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