
Sé muy bien que muchos de mis artículos terminan siendo un poco controversiales porque, por una deferencia especial que tienen conmigo en este medio, me dejan escribir un poco a mis anchas, pero, lo que pretendo compartirles el día de hoy creo que me dejará en una peor posición, frente a todos. De entrada, estoy seguro que algunos dirán que mi intención es quedar bien con el arzobispo, porque como es mi “jefe”, entonces digo lo que él quiere oír. Algunos de mi gremio dirán que estoy de sobalevas, de arrastrado. Sin embargo, lo más fácil es que me gane una buena regañada. Lo dicho por el señor Arzobispo, don José Vicente Nácher Tatay, el sábado pasado en el Desayuno Cuaresmal de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, me parecen palabras muy acertadas, necesarias y oportunas.
Coincido con su pensamiento y, si les queda alguna duda a los chismosos y envidiosos de turno, basta con que lean lo que vengo escribiendo desde siempre en este espacio. Alguno me ha dicho que parecían sus palabras, una arenga política. Otros me dije- ron que era un “metido español” en asuntos de Honduras y otro me dijo que: “ya se parece al cardenal, político”. Por asuntos de espacio y de conciencia, no transcribo aquí mis respuestas para no tener que irme a confesar, de nuevo. Lo interesante es ver la reacción de los de la llamada “izquierda” en nuestra patria, que yo sigo sosteniendo que de izquierda tienen tanto como yo de olimpista o del Real de Madrid. Se han molestado porque el arzobispo habló de que no íbamos a dejar que nos quitarán la democracia, que íbamos a defenderla porque eso es defender a los pobres.
Pregunta… si tanto les gustan las canciones de los Guaraguao con aquello de que “no basta rezar”, ¿por qué se molestan con alguien que está claramente posicionado en no quedarse sólo rezando? ¿o es que se dan por aludidos con el tema de que hay un grupo en Honduras que no quiere que haya democracia? Pero, la mejor de todas, son los de la llamada “derecha”, que de derecha tienen tanto como yo tengo de musulmán, que andan usando las palabras del arzobispo para dividir más y para atribuir que el mensaje era contra los “comunistas, ñanga- ras, izquierdosos”. Pues no. El mensaje era para todos y en su espectro político señores, no tienen moral para hablar, porque en el pasado el mayor daño a nuestra democracia nació de entre ustedes.
Por último, a aquel que se atrevió a decirme que era yo el que le había prepara- do el discurso al arzobispo, permítame contarle que yo no estuve en el evento y que si hay algo que ha demostrado este obispo, como la inmensa mayoría lo es, es que no le van las manipulaciones y que es muy dueño de sus palabras.