Reflexión | La más fea

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Celebrar el Día de la Madre cuando hay tantas que, lamentablemente en los últimos meses han perdido la vida a causa del covid y, cuando muchas han perdido a sus hijos producto de esta desgraciada pandemia, resulta casi diría temerario. Los que tenemos la gracia de contar con las nuestras aún, vivimos con el “pendiente” de su salud y de su bienestar, sobre todo si se trata de personas mayores. Es doloroso saber que mientras en otros lugares, gracias a Dios, muchos de nuestros adultos mayores ya fueron vacunados, entre nosotros eso sigue siendo un sueño. Pasan las semanas y las promesas de llegada de las tales vacunas sigue siendo una muy dolorosa pesadilla a la que sencillamente se le van sumando capítulos de desesperación.

Esa desesperación es la que ha llevado a pueblos hermanos como el colombiano, a reaccionar, a poner en entredicho el proceder de los gobernantes y a dejar la pasividad que anula e incapacita a pueblos enteros a desarrollarse y dejar de esperar que su destino lo escriban los que no piensan más que en su propio bienestar. Cierto es que como cada vez que se “revuelve el río” algunos pescadores quieren sacar ganancia a costa de la vida de los demás, lo cierto es que los colombianos nos están dando a todos los latinoamericanos una grandísima lección y sería muy conveniente que antes que las cosas se salgan por completo de control, los que tienen que tomar decisiones lo hagan sin abrirle la puerta a nada que desemboque en algo que se sabe como comienza pero no como termina.

Nuestros pueblos deben encontrar pronto su camino hacia formas de convivencia pacífica, ética y respetuosa del bien común. Los grupos de poder solo le tienen miedo a un pueblo organizado y a la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York. Pero, debemos admitirlo, lo que han hecho muy bien estos señores es dividirnos, enfrentarnos y hacernos creer que nadie es digno de dirigir los destinos de nuestra patria.

Enfrentamos muchos retos desde hace mucho tiempo. Muchos más nos están esperando a la vuelta de la esquina, porque seguimos siendo conducidos en una barca que no está completamente a la deriva por pura Misericordia de Dios. Sin embargo, es urgente que de una vez por todas depongamos los intereses mezquinos que nos han tenido sumidos en este rompecabezas en el que nos están sobrando piezas, porque cada quién está queriendo “armar” un país que no se puede resolver sin que todas las piezas se junten.

Aunque algunos dicen que es puramente iluso y que hace tiempo dejamos atrás la posibilidad de un diálogo fecundo, debemos seguir apostando porque los cabezas calientes ni los tercos de nuestros dirigentes entiendan que no podemos esperar a que esto estalle en una revuelta sin precedentes que no aunaría en nada bueno. Advierto que así como la tal “Betty la Fea” fue tan vista en Honduras no vaya a ser que aquí quieran que nos salga la más fea imitando no lo bueno de las marchas en Colombia sino la actitud prepotente de los órganos de seguridad.

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