
No en balde la palabra más fuerte que encontramos en labios del Señor es la condena de hipócritas, a aquellos que se presentaban de una manera aparente haciéndose pasar por lo que no son. De hecho, el término griego evoca directamente a los actores, a los que representan un papel, pero no son para nada lo que muestran en los escenarios. En nuestra patria hay algunos que bien podrían ganar el premio a mejor actor o actriz que otorga la Academia de los Óscars. Sus actuaciones son dignas de ser comparadas con una Meryl Streep o con un Daniel Day-Lewis, los señores.
Aunque, debemos admitir que los que se han ganado el Óscar en reiteradas ocasiones son los guionistas y los productores de esta tragicomedia que es nuestra política. La semana pasada se los advertía y lo sostengo: nosotros somos peones de una trama que manejan los señores guionistas que hace tiempo, vendieron su alma. Lo repito, el que no quería ver lo que se nos venía encima es porque era un iluso o un soñador con los ojos abiertos.
A estos productores les encanta destruir todo en nombre de una democracia y de un pueblo que hace tiempo dejaron de servir. Son gente que lamentablemente necesita asistencia urgente pero que no la van a buscar. Como sacerdote ruego a Dios que pronto pongan sus cosas en paz con Dios. Su poder y sus mandracadas, no son eternas. Quiera Dios que de corazón se den cuenta que sus falsedades sólo son aplaudidas por los que han sido encantados por sus cantos de sirena pero que, al cielo, con eso, no se puede ingresar. La eternidad es nuestra meta no el dejar escrita una página oscura en la historia de nuestra patria.
Algunos de verdad creen que estos hijos de Dolos, van a interesarse de verdad por el bienestar de la gente. Nunca lo han hecho. Aunque repitan mentiras sin que les tiemble el pulso es porque están engañados de sí mismos. La fantasía en la que viven es tan enfermiza que no da chance a que algo cambie en su corazón.
De verdad, pido por su conversión, porque sus habilidades para manejarlo todo desde las sombras, si las usaran para el bien, hace tiempo nuestra patria hubiera despejado. Escuchando a hermanos sacerdotes de Venezuela y de Nicaragua, siempre nos han repetido que triunfan los grupos que todo lo dividen, porque el resto es también increíblemente mezquino y no cede ante sus pretensiones particulares. Divididos no vamos a salir adelante.
Nos hundirán nuestros egoísmos y nuestras pequeñeces. Si en el pasado algo se ha avanzado en el país ha sido cuando en lugar de hipócritas nos topamos con personas capaces de dialogar y maduramente aprender a construir. O trabajamos por eso o después no nos arrepintamos que lo poco que se podía salvar lo perdimos por negligencia y cobardía.