Por la Misericordia de Dios, alcanzamos a vivir la experiencia de un Jubileo especial Mariano por los 275 años del Hallazgo de la
imagen de Nuestra Señora de Suyapa. Es la primera ocasión, al menos que yo sepa, que la Santa Sede concede una Gracia de esta
envergadura por un acontecimiento netamente nacional. Es claro que, cada vez que la Iglesia Universal celebra un Año Santo,
un año jubilar, nos hemos sumado con gran alegría a participar de él. Sin embargo, en esta ocasión se trata de algo muy nuestro. Y
es tan especial que no es un año calendario lo que celebraremos sino un poco más de 14 meses de jubileo.
Mi temor es que no hayamos aún dimensionado lo que todo esto significa. A lo largo de todos estos meses podremos “lucrar”, y entiendo que la palabra nos parezca extraña, para ganar indulgencia plenaria por nosotros o por nuestros seres queridos que ya han partido de nuestro lado. Tengo en mente una buena cantidad de personas por las cuales debo ganarme esta indulgencia.
La pandemia nos ha arrancado tantas personas de manera tan repentina que no nos ha dado tiempo incluso de darles los sacramentos como era debido.
Este tiempo jubilar, en medio de las crisis que como nación hemos experimentado, viene providencialmente, porque más allá del carácter meramente celebrativo, es un tiempo oportuno para la madura conversión y para la reconciliación. Si de algo hemos carecido en los últimos años es de sentido de fraternidad y necesitamos que aumenten nuestros esfuerzos por lograr espacios de
diálogo, de atenta escucha para contribuir, cada uno desde su trinchera, a sacar adelante nuestra patria.
El Santuario Nacional, nuestra Basílica de Suyapa, es como lo ha sido siempre, la casa de todos. Es nuestro hogar, el lugar
donde nos debemos sentir y saber hermanos. La Casa de la Madre es siempre la casa de la familia donde no cuenta ni debe contar nuestro estatus económico o nuestra filiación política o deportiva. Suyapa es el abrazo de Dios para nosotros. Suyapa es la caricia de Dios y el consuelo de Dios por nuestra nación. Suyapa es lo mejor de nuestra tierra y es el lugar donde nos envuelve el manto de la Morenita para recordarnos que en su Corazón Inmaculado no hay distinciones ni divisiones. Suyapa debe cumplir la tarea de
unirnos cada vez más. Por eso creo que este tiempo jubilar debemos vivirlo con intensidad. Muy cierto es que las indulgencias
se ganan de manera personal, pero jamás de manera individualista. A Suyapa no deben ir los egoístas, a menos que vayan a pedir perdón y a enmendarse. A Suyapa deben venir los que saben que nos han intentado dividir con sus campañas de odio y sobre todo deben venir los que se creen buenos y no lo son. Es tiempo de Jubileo, es tiempo de Gracia, es tiempo de la Misericordia de Dios que tiene corazón de Madre.