Reflexión | Excusas

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Si ha habido una persona a la que he admirado en el mundo de la política es a la antigua canciller alemana Angela Merkel. Una mujer de temple, consciente, responsable y honesta con su manera de proceder. He tenido el placer, de leer algunas de sus intervenciones y me han parecido siempre muy cargadas de algo que muchas veces le falta a nuestros políticos: sentido común. Una mujer que supo asumir sus responsabilidades y, que yo sepa, nunca se anduvo quejando de lo que otros hicieron o dejaron de hacer en el pasado.

Claro, era frontal frente a los abusos y la corrupción y eso es absolutamente necesario siempre. Lo lamentable es que suponen, las más de las veces, estos señores y señoras, que somos un atajo de gente tonta que sencillamente vamos a seguir creyendo las cosas que dicen, porque son ellos los que lo dicen. Además, pretenden mantener su ineptitud a costa de echarle la culpa o bien a lo del pasado, o a los adversarios del presente, o al clima o a cualquier otra cosa que imitando a otros de su misma calaña, se les ocurra. Lo han hecho los actuales, los pasados y ojalá no lo hagan los venideros.

Decían por ahí que desde que se inventaron los borradores y las excusas, todo mundo queda bien. Pero lo cierto es que así no es. Las excusas tienen un límite y una lógica que se debe confrontar con la realidad. Pasarse la vida repitiendo en cada discurso que lo que hacen es “histórico” o que la dictadura esta o aquella, es responsable de lo mal que estamos, pues ya cansa. Si los del pasado actuaron mal, que así fue, pues a deducir responsabilidades y aplicar la ley, sin excusas ni condiciones.

Sin duda, es increíblemente agotador este ambiente en el que vivimos. No se trata solo de apagones de energía eléctrica, sino que hace mucho rato estamos apagados como nación, porque estamos pagando una factura demasiado alta producto de la ineficiencia de aquellos que no miran más allá de cuatro años de Gobierno o de ocho si es que alcanzan a justificar a base de fuerza la ilegalidad de su proceder. Un amigo muy querido me decía en estos días que él nunca podría ser funcionario público y se lo creo, porque verse obligado a mentir, a mantener una línea caótica y seguir el criterio de uno al que no le importa en lo más mínimo el bien de la gente si no su propio bienestar, sería imposible de seguir.

Lo admito, también sería imposible para mí. Pero también les cuento que lo único que se me ha venido a la cabeza en estos días ha sido la expresión con la que me hicieron un montón de stickers y más de algún meme, en la época del gobierno anterior cuando parece que inmortalicé la expresión: ¡Basta ya! Así que creo que hay que volver a ella con mucha fuerza para gritarles que: ¡Basta ya de excusas!

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