Reflexión | Democracia 101

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Me pregunto, con toda honestidad, sí llegaremos algún día a vivir una elección de la importancia que tienen algunas de las instituciones del Estado sin vivir esa crisis y esa confrontación en la que les encanta meternos a los políticos. Definitivamente somos analfabetas democráticos. La primera clase de la clase “Democracia 101” debería enseñarnos que un sistema republicano no es lo mismo que un sistema monárquico. No es posible que sigan dándose tantas intromisiones de los poderes del Estado en las decisiones de otro. Una cosa es la legítima complementariedad y el trabajo en común para perseguir los fines para los que existe el Estado, pero otra muy distinta son todas esas expresiones en las que pareciese como que se trata de una especie de subordinación de un poder sobre otro.

Entender que las elecciones son un proceso legítimo y necesario pero no permanente, es otro punto que nuestra sociedad debe aprender. No podemos estar escuchando discursos electoreros en este momento del gobierno actual. Eso divide más y demuestra una profunda inmadurez en el ejercicio de los necesarios pesos y contrapesos necesarios para mantener un ambiente equilibrado y que sea capaz de superar la imposición de la ideología del pensamiento único. La nuestra es una sociedad demasiado frágil, con una democracia mucho más frágil aún.

Vivir en este eterno conflicto solo sirve para satisfacer las mentes siniestras y enfermas de aquellos que tras bastidores se dedican a mover piezas a su antojo y a dirigir como marionetas a personas que embobados por discursos grandilocuentes y populistas.

Elegir al Fiscal General y al Adjunto nos ha demostrado, una vez más, que los intereses no son jamás los de todos sino los de unos pocos que buscan guarecerse bajo el paraguas de la falta de transparencia y honestidad. Organizar marchas, confrontar, acusar e insultar, no nos van a generar la paz. No importa del color que sea o de la postura que sea.

Iniciado el mes de la Patria la única bandera que debería importarnos es la de las 5 estrellas. Lo otro son circunstancias que aun siendo correctas y legítimas, no deben hacernos perder de vista el fin fundamental de nuestra sociedad que debería ser la persona humana. Cada minuto qué pasa confrontados y enfrentados significa que hay personas concretas que no tienen acceso a una vida digna, que mueren sin conocer lo que es un buen sistema de salud y de educación, que tienen que estar peleando para que les paguen cuando logran siquiera alcanzar a conseguir alguna “chambita”.

Cada minuto que pasa en dimes y diretes, se hunde más la posibilidad de acceder a inversiones que amparadas en un sistema de justicia aplicable y sin revanchismos, genera una seguridad jurídica que alcanza para asegurar los empleos que necesitamos. La democracia es difícil pero no imposible. Se necesita gente que crea a lo que le dicta la conciencia y no a lo que le dice un líder cualquiera.

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