Reflexión | Celebrar la patria

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Tenemos que admitir que las celebraciones del 200 aniversario de independencia del año pasado estuvieron bastante deslucidas. Fuera del esfuerzo de algunos pocos que bien en el Comité Ad-Hoc y en la universidad intentaron darle un tinte diferente, la verdad es que la “celebración” pasó sin pena ni gloria. Evidentemente todo esto nacía del ambiente crispado en el que estábamos sumergidos a causa del creciente descontento con el régimen que nos gobernaba.

Poco a poco, los mismos miembros de ese partido van cayendo en cuenta, espero que no por cálculo político, que el poder absoluto no solo corrompe, sino que es producto de mentes enfermas que terminan llevándose de encuentro todo lo que es sagrado y digno. Sin embargo, este año, con todo y que el ambiente es diferente, se presenta con signos de alarma grandes porque lo que debería ser una fiesta cívica la han convertido en una plataforma ideologizada y parcial, que en el fondo es decir lo mismo, porque todas las ideologías son parciales.

Ni las celebraciones de la Patria ni absolutamente nada de lo que debe ser bueno en nuestro país, puede o, mejor dicho, debe reducirse a un enfrentamiento de derechas e izquierdas. Además, fuera del algún “cabeza caliente” que hay por ahí que, porque ha leído algún libro de más, teoriza sobre la estructura de la sociedad con criterios de pensamientos caducados y que como el camaleón se han ido acomodando a matices más coloridos que el rojo y negro, la verdad es que aquí el problema no es de marxismo o capitalismo, aquí estamos frente a un problema ético sin proporciones.

Estamos ante la dificultad, el reto que produce enfrentar la corrupción no desde los discursos o las fotografías de una propaganda deslucida de los que están en eterna campaña política, sino desde el corte total con una manera de actuar limpiamente y otra que criticaba, lo que ahora hace. Y esto aplica para ambas partes del pasillo.

El día que, los que se reúnen tras bastidores y que controlan los hilos de absolutamente todo en nuestro terruño, se den cuenta que no son eternos y que su legado quedará manchado para siempre porque no fueron capaces de ver más allá de sus narices, ese día celebraremos la Independencia Patria. Libres de intereses mezquinos y de toda ideología para concentrarnos en lo que realmente es importante.

Mucho han discutido en estos días sobre la posibilidad ser o no apolíticos y claro que es imposible serlo viviendo en una “polis”, pero también es muy cierto que habemos muchos que nunca nos identificaremos con colores de banderas partidarias, pero siempre con la bandera azul turquesa que, quiera Dios, algún día flamee tan alto como sus hijos finalmente decidamos hacerla llegar. El día en que dejemos de hacer política de pulpería y nos decidamos a ser serios, fraternos y solidarios.

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