Reflexión | Caos

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Es evidente que nuestra Honduras es un caos, que nuestro mundo lo es. De hecho, también nosotros lo somos. Hay mucho de caótico a nuestro alrededor, solo que desde la fe nuestra manera de percibir el devenir de las cosas es, y debe ser, muy distinto. Cuando James Yorke presentó su teoría del caos, no creo que estaba pensando específicamente en algo político o social, dado que él como matemático consumado estaba partiendo solo de una constatación natural y proponiendo una manera de explicarlo.

En nuestro mundo, aunque sin duda quisiésemos que así no fuese, las cosas no son tan previsibles. Para el caso en estos días tuve que dedicar un buen rato de mi tiempo a explicarle a alguien, con mucho cariño por cierto, que la meteorología no es una ciencia exacta ni podrá serlo nunca. De hecho, volviendo a la teoría del caos, las variables que afectan toda realidad en la naturaleza como en las relaciones humanas, pueden efectivamente afectar, para bien o para mal, el resultado final de lo que acontece.

Sin embargo, lo cierto es que aquí no es el problema del “efecto mariposa” de nada, sino en que hay unas alas de aves depredadoras que a última hora van cambiándolo todo y controlándolo todo. Les encanta generar un ambiente turbio, poco claro y se gozan en tenernos a todos en vilo, incapaces de saber con exactitud qué es lo que nos espera el día siguiente. Lo único que sí todos tenemos claro, en nuestro terruño, es que los señores de la política son previsibles en lo imprevisible.

Es aquí, entonces, donde se requiere no sólo de una paciencia como la de Job, sino y sobre todo una resiliencia, que nos lleve a no claudicar en la defensa de la verdad y en la búsqueda de una justicia que no se refugie en el simple reclamo de derechos, sino y sobre todo, en el cumplimiento fiel de los deberes. Creo que la mayoría de gente de bien de nuestra patria, que estoy convencido que efectivamente es la mayoría, entenderá que es imprescindible que las organizaciones de la sociedad civil legítimamente constituidas reaccionen y no se dejen “robar el mandado” por aquellas otras “organizaciones”, muy bien llamadas “de maletín”, que sólo sirven para engrosar las hojas de supuestas organizaciones que acuerpan cualquiera de las locuras que los lobbies, están promoviendo.

Desde la fe, la teoría del caos tiene una solución absoluta porque la variable del amor, manifestada en la cruz, nos demuestra que lo caótico de nuestro ser, de nuestro actuar tanto personalmente como socialmente, no tienen la última palabra. Ante el caos, la gran variable que lo determina todo debe ser la verdad. No la verdad de un partido político ni siquiera la de la opinión pública. La única verdad que cuenta es la verdad sobre el ser huma- no y su entorno que se explica sólo desde la voluntad de aquel que los creó.

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