Esta pregunta es frecuente entre quienes no comparten la fe católica o buscan comprender más a fondo el sacramento de la Confesión. Para responder a esta inquietud, el catequista de jóvenes, André Osorto, explica que la confesión no depende de la persona que escucha, sino que es un acto de profunda intimidad con Dios, donde el sacerdote representa su misericordia. “No es el sacerdote quien absuelve, es Dios mismo quien me perdona y consuela”, afirmó.
Escrituras
Jesús quiso que se buscara el perdón de los pecados, como se menciona en el Evangelio de San Juan: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”. San Pablo, en su segunda carta a los Corintios, afirma: “Dios nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación”. Por ello, Osorto exhorta a los a los feligreses a no convertir el confesionario en una sala de tortura. “No teman ser juzgados, sino recibidos como hijos por un Padre que los ama”, expresó. Expertos también resaltan el efecto sanador de la confesión, recordando que este sacramento no depende de la santidad del confesor. El Catecismo, en su numeral 1467, habla sobre el sigilo sacramental que deben guardar los confesores y deja claro que “La Iglesia declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes”.
