Siempre al iniciar el mes de agosto, en sus dos primeros días, se recuerda el llamado Perdón de Asís o la oración de San Francisco en la Porciúncula, algo que la Iglesia ha aprovechado para otorgar indulgencia, dar a conocer la espiritualidad franciscana y fomentar la oración por los pobres.
¿Pero qué es?
La Historia cuenta que Francisco estaba en oración y contemplación en la Porciúncula, cuando de improviso la capilla se llenó de luz y vio sobre el altar a Cristo revestido de luz y a la derecha a su Madre, rodeados de una multitud de Ángeles. Con el rostro en tierra Francisco adoró a su Señor en silencio.
Ellos le preguntaron qué deseaba para la salvación de las almas y Francisco contestó:
«Santísimo Padre, aunque yo soy un pobre pecador te ruego que a todos los que, arrepentidos de sus pecados y confesados, vengan a visitar esta iglesia, les concedas amplio y generoso perdón, con una completa remisión de todas las culpas».
«Lo que pides, hermano Francisco, es grande –le dijo el Señor–, pero de mayores cosas eres digno, y mayores tendrás. Por lo tanto accedo a tu petición, pero con la condición de que pidas de mi parte a mi vicario en la tierra esta indulgencia».
Entonces Francisco fue de inmediato al Papa Honorio III, le relató la visión que había tenido, el pontífice le escuchó con atención y después de algunas objeciones, le dio su aprobación.
Y le preguntó a Francisco:
«¿Cuántos años de indulgencia quieres?».
El «Pobrecillo» de Asís respondió:
«Padre Santo, ¡no pido años, sino almas!».
Y Cuando Francisco se iba el pontífice le preguntó:
«¿No quieres ningún documento?».
y Francisco le contestó:
«¡Santo Padre, me basta su palabra!».
«Si esta indulgencia es obra de Dios, Él verá cómo dar a conocer su obra.
Yo no necesito ningún documento; el papel debe ser la Santísima Virgen María, Cristo el notario y los Ángeles los testigos».
Al celebrarse la dedicación de la capilla Francisco dijo a la multitud:
«Quiero mandaros a todos al paraíso anunciándoos la indulgencia que me ha sido otorgada por el Papa Honorio. Sabed, pues, que todos los aquí presentes, como también cuantos vinieren a orar en esta iglesia, obtendrán la remisión de todos sus pecados».