El Adviento es un tiempo privilegiado de gracia, para preparar el corazón para la Navidad. Esta preparación se debe realizar comunitaria y personalmente. Para ello, es importante recordar algunas prácticas espirituales que pueden y deben potenciarse en estos días.
1 Oración
El Adviento es una concreta celebración de la larga espera de la Salvación, es muy importante durante este tiempo leer y meditar la Escritura, estar atentos a la voz de Dios que nos habla a través de las lecturas bíblicas que escuchamos en la misa, y en las que la liturgia nos invita a leer y meditar.
2 Reconciliación
En el Adviento, se nos invita a buscar el Sacramento de la reconciliación. Celebremos el perdón; en él recibimos la misericordia de Dios, la gracia y la fuerza del Señor para edificar su Reino en nuestro mundo. Es una llamada a convertirse, que significa cambiar el estilo de vida, dejarnos perdonar.
3 Solidaridad
La espiritualidad del Adviento tiene que ser una espiritualidad comprometida, un esfuerzo hecho por la comunidad para recuperar la conciencia de ser Iglesia para el mundo, servidora de la humanidad, solidaria con los gozos y fatigas de todos los hombres y mujeres de nuestra sociedad, reserva de esperanza.
4 Virgen María
Ella es la Virgen del Adviento que tiene en la liturgia su memoria: presencia y ejemplo. Presencia en la Palabra litúrgica y en la oración, para una memoria de quien ha transformado la espera en presencia, la promesa en don. Memoria de ejemplaridad para una Iglesia que quiere vivir como ella la presencia de Cristo.
5 Gestos
Realiza algunas prácticas concretas de Adviento: vísperas, villancicos, visitar comedores sociales o casas de maternidad. Date el permiso de decir no a todo lo demás, todos los extras que puedan distraerte de tu compromiso de vivir un tiempo con más sentido. Cada no significa un sí a lo que realmente importa.