En la homilía del Señor arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor José Vicente Nácher para este décimo tercer domingo del Tiempo Ordinario, y que fue leída por el padre Renán Carrillo en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel se resaltó que Jesús nos identifica con Él, en cuanto vamos en su nombre a cumplir su misión.
En relación a la preocupación que tiene Eliseo de hacer algo por la mujer y su esposo que lo acogieron, se destaca una mutua preocupación por el bien del otro, el mensaje del arzobispo de Tegucigalpa nos dice que “Parece poco, pero si la mayoría viviéramos en esa actitud, ¿no se iniciaría una profunda revolución? ¿se imaginan qué iría pasando poco a poco en los distintos ámbitos sociales si cada quién estuviera tan preocupado de las necesidades de los otros como de las propias?
Y nos sigue diciendo “El que le dé un vaso de agua a un profeta, recibirá paga de profeta”. Eso significa que las actitudes con que tratamos a los demás no solo impactan en el otro, sino en nosotros mismos. Lo bueno que hago por otra persona, no solo le beneficia a él, sino también me enriquece a mí. Vivimos en un mundo de la desconfianza creciente, “ya no se puede abrir la puerta a nadie” o “bastantes problemas tengo yo, que no puedo atender a los demás”, insistimos. Estas actitudes empiezan a manifestarse respecto a los que pertenecen a otro grupo, sin darnos cuenta, que los sentimientos de indiferencia crean en nosotros una inercia al individualismo y la suspicacia, incluso, una falta de comunicación con los más próximos.
La lógica de esta indiferencia, o falta de empatía, se adueña de todo tipo de relaciones, de forma que nos vamos alejando de nuestro entorno y avanzamos a una suma inerte de personas aisladas, una “individualización despersonificada”, que deviene en una “triste soledad”. En definitiva, acoger a los demás es también un camino de aprender a acoger a Dios, el “otro” por excelencia. Y este es el encuentro más importante, esperado y temido al mismo tiempo.
El mensaje concluye diciendo que, por ello Jesús afirma, que, si te has encontrado con Él, todos los encuentros anteriores, incluso padre y madre, hijos, etc. quedan relativizados, ya que el todo es superior a las partes, como enseña el Papa Francisco. En conclusión: al llegar a este mundo alguien asumió el riesgo de recibirnos en su casa y su corazón. También nosotros estamos llamados a asumir el riesgo de la acogida. Porque es acogiendo como encontramos a los demás, a Dios y a nosotros mismos.
Al terminar la Eucaristía, el padre Renán Carrillo agradeció a todas las personas que apoyan y colaboran con todas las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, y dijo que la Iglesia siga cultivando en vacaciones, también invitó a los laicos a vivir según la vocación a la que han sido llamados, “porque la vocación no solo es para sacerdotes y religiosas, sino para todo el santo pueblo de Dios” manifestó el sacerdote.