En este itinerario cuaresmal, en camino hacia la Pascua con esperanza, las escrituras nos plantean “poner la otra mejilla”. Esta acción en el imperio romano era volcar con el dorso de la mano sobre la mejilla derecha de una persona. Era un signo de superioridad y de humillación, pero al ofrecer la otra mejilla, forzaba a saberlo volcarte con el otro lado de la mano, el lado que se usaba para golpear entre iguales. El Evangelio nos plantea entonces que, poner la otra mejía no significa decirle al otro seguir pegándome, sino todo lo contrario, es reclamar mi dignidad, es una forma de no responder a la violencia con violencia, pero sí de poner un límite.
Sentido
El Presbítero Santos Pablo Vásquez, Párroco de la comunidad San Martín de Porres, profundiza en este tema, al afirmar que, “Pegarte con esto así era un signo de humillación y de superioridad ante la persona, pero pegarte era obligarte a que me pegaras con la palma abierta era un signo de igualdad, para que se dé cuenta que tú eres un igual, imaginen la vergüenza en la que entraba, porque era reconocer que el otro era igual, era otro igual como yo y yo había ofendido a esa persona haciendo aquello”.
Poner la otra mejilla es vencer el mal con el bien, lo que abre una brecha en el corazón del enemigo, desenmascarando lo absurdo de su odio. Y esta actitud, este poner la otra mejilla, no la dicta el cálculo ni el odio, sino el amor. Jesús denuncia la injusticia. Pero lo hace sin ira, sin violencia, incluso con bondad. No busca provocar una discusión, sino calmar el resentimiento; esto es importante: extinguir juntos el odio y la injusticia, tratando de rescatar al hermano culpable.
Lucha
Monseñor Rómulo Emiliani, Obispo Emérito de la Arquidiócesis de San Pedro Sula, al hablar de poner la otra mejilla, cuestiona el para qué. Afirma que, “Para que el otro no te dañe de verdad, porque si le devuelves el mal que él te hizo, ahí sí te dañó. Ponerle la otra mejilla es no caer en la trampa de vivir en la maldad que el otro está viviendo, sino que está por encima de eso y para eso tú perdonas y para eso respondes desde el amor, desde la justicia de la ley, porque tienes derecho a defenderte, pero no atacando de una manera vil al otro, porque es lo que el otro quiere, es lo que Satanás quiere”.
Joseph Ilich Torres Zambrano, de la Parroquia El Salvador del Mundo y es responsable del Camino Neocatecumenal en esta comunidad. Él afirma que, poner la otra mejía significa dejar la soberbia y dejar de pensar en uno mismo. “No es simplemente el hecho de poner sin ninguna razón ni sentido a la otra mejía, sino precisamente encontrar que Jesucristo existe una razón real por la cual ponerla porque encontramos en el otro a Jesucristo, y si el otro es Jesucristo. Entonces, hemos de poner la mejilla para encontrarnos con él. De tal manera que, para romper el relativismo, para romper el sinsentido de la vida y el sinsentido de todas las posiciones que pueda haber, se necesita la verdad y ese es Jesucristo”, dijo.
Valentía
Carlos Moreno, doctor en Teología Pastoral, es del criterio que, a diario se viven situaciones que solo podrán sacar lo mejor de cada de uno de nosotros. “El cristiano está invitado por el mismo Cristo a mostrar la madurez con la que camina un seguidor del Señor. No es cuestión de perder, sino de ganar en fuerza interior y paz en el círculo que nos movemos”. Es por ello que, habla de la valentía y dice “valentía no es responder a la ofensa con la misma medida o peor; valentía es nunca dejar de fijar la mirada en aquel que recibió todo sufrimiento por mí y está dispuesto a perdonarme todo; Jesús no solo enseñó este principio de convivencia en su Sermón de la montaña; Él se hizo ejemplo en la cruz para llevarnos al Padre”.
Ante esto, considera que se debe luchar contra los parámetros de la venganza, la soberbia y la ira; que siembran odio y dolor; y aprender a ser portadores del amor de Dios que construye puentes y destruye muros en las relaciones familiares, laborales, vecinales y porque no decirlo eclesiales. El Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 2262, plantea que, “En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: “No matarás” (Mt 5, 21), y añade el rechazo ab- soluto de la ira, del odio y de la venganza. Más aún, Cristo exige a sus discípulos presentar la otra mejilla (cf Mt 5, 22-39), amar a los enemigos (cf Mt 5, 44). El mismo no se defendió y dijo a Pedro que guardase la espada en la vaina (cf Mt 26, 52)”.
1 Perdón
Vivimos en tiempos difíciles, donde las relaciones interpersonales a menudo se ven afectadas por conflictos, rencores y divisiones. Por eso, el Señor nos enseña que tenemos que perdonar y no pelear, tenemos que disculparnos y no vivir en rencor, poner la otra mejilla significa devolver bien por mal, perdonando y no peleando o viviendo en rencor.
2 Amor
El verdadero amor sólo se muestra en el amor verdaderamente gratuito, que no busca lo suyo ni la simple correspondencia. Esto es lo extraordinario y la verdadera perfección. En esto se manifiesta la bondad de Dios. Los discípulos de Jesús deben dar señales de la nueva vida y del reino futuro, no pueden contentarse con las generales de la ley.
3 Justicia
La justicia auténtica es el cumplimiento de la ley, desde la interpretación que le ha dado Jesús. No se trata de abrogar, sino de superar las disposiciones legales. Se exige que el cumplimiento sea una exigencia de la actitud interna. Jesús muestra la debilidad de una praxis jurídica que amenaza con el castigo “ojo por ojo” sin exigir el perdón.