“Policías” de la Moral  

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En ocasiones, se tiende a confundir la moral católica con una postura legalista o estrictamente normativa. Sin embargo, la moral cristiana es mucho más que el simple cumplimiento de reglas; es una invitación a vivir en libertad, guiados por el amor a Dios y al prójimo. A través del magisterio de la Iglesia y las palabras de los papas, especialmente San Juan Pablo II y el Papa Francisco, queda claro que la Iglesia propone una moral que busca formar las conciencias, no imponer normas. 

Primero, es importante distinguir entre la moral y moralismo extremo. 

1. La moral católica es el conjunto de enseñanzas y principios éticos basados en el Evangelio, la Tradición y la enseñanza del Magisterio de la Iglesia. Su propósito es guiar a las personas hacia el bien, viviendo de acuerdo con la verdad y el amor de Dios, ayudando a formar la conciencia personal para que elijan libremente el bien y eviten el mal. 

La moral se centra en la interiorización de los valores evangélicos. No se trata solo de seguir reglas externas, sino de formar el corazón y la conciencia para actuar por amor a Dios y al prójimo. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), la moral cristiana es una invitación a la libertad en Cristo, que nos capacita para vivir una vida auténtica y plena en el amor (CIC 1731-1748). 

2. El moralismo extremo, en cambio, se refiere a una actitud rígida y legalista que ve la moral solo como un conjunto de normas y prohibiciones a cumplir, y muchas veces se convierte en un juicio constante hacia los demás. En lugar de ayudar a las personas a crecer en el amor y la virtud, el moralismo tiende a imponer cargas, juzgar y controlar el comportamiento de los otros como lo hacían los fariseos en el Evangelio. 

El Papa Francisco ha hablado de este tema, alertando contra el rigorismo y el moralismo que no reflejan el auténtico mensaje del Evangelio. En varias ocasiones, ha dicho que la Iglesia no debe convertirse en un controlador moral, sino en una madre misericordiosa que acompaña a las personas en su camino de fe y crecimiento espiritual. 

3. La Iglesia propone, pero no impone. La Iglesia presenta la verdad y la moral cristiana como un camino hacia la libertad y la plenitud de vida, pero respeta la libertad de conciencia de cada persona. No se trata de imponer normas por la fuerza o de vigilar quién cumple y quién no, sino de proponer un camino de vida que conduce a la felicidad verdadera y al amor. 

Como decía San Juan Pablo II, “la Iglesia propone, no impone; respeta la libertad de las personas”. La misión de la Iglesia es la de anunciar la verdad en el amor, pero respetando siempre la dignidad y la libertad personal, tal como Cristo lo hizo.  

En resumen, la moral cristiana es una invitación a vivir en la verdad y el amor de Dios, mientras que el moralismo extremo se enfoca en las apariencias externas y en juzgar a los demás. La Iglesia siempre busca proponer un camino que conduzca al bien, pero nunca imponiéndolo o actuando como “policías” de la moralidad. Es un proceso de acompañamiento y misericordia más que de juicio y condena. 

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