Por muchas décadas la población hondureña ha vivido las secuelas de las diferencias sociales, culturales y políticas, lo que ha ido arrebatando la verdadera cultura de paz, la falta de un empleo digno también es motivo para que los escenarios cambien a los tintes de violencia.
Cuánto derroche de recursos hay para las armas, en particular para las nucleares, recursos que podrían utilizarse en otras prioridades a fin de garantizar la seguridad de las personas, como la promoción de la paz y del desarrollo humano integral, la lucha contra la pobreza y la satisfacción de las necesidades de salud. Resalta en el mensaje Su Santidad Francisco, lo que hace eco en la población hondureña. La educación para el cuidado nace en la familia, valor que refleja la paz mediante la niñez y juventud, quienes muestran su confianza en Dios.
La paz pasa necesariamente por la justica, esto a pesar de imperar en medio de escenarios donde los casos de corrupción son latentes.
En una época dominada por la cultura del descarte, frente al agravamiento de las desigualdades dentro de las naciones y entre ellas, Francisco, invitó a los responsables de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, del sector económico y del científico, de la comunicación social y de las instituciones educativas a tomar en mano la “brújula” de los principios, palabras que resuenan dentro de los hondureños, quienes aclaman un 2021 bajo una cultura de paz.