Pentecostés: la promesa cumplida del Espíritu Santo

Jesús no solo deja a sus discípulos, sino que les envía un Consolador, el Paráclito, promesa de amor para la Iglesia

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El Espíritu Santo es una promesa cumplida para la Iglesia, que la renueva y capacita para anunciar y denunciar. El Paráclito sigue presente y activo en la comunidad eclesial, que la mantiene firme en fe, en la lucha por la justicia y la defensa de la dignidad humana. En este sentido, Monseñor Larry Droll, Párroco de la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús en San Ángelo, Texas, EUA, ha compartido un mensaje lleno de esperanza y fe para la comunidad católica en Honduras. Explicó la importancia de este día al recordar que “Jesús no deja solos a sus discípulos, sino que les envía un consolador, el Paráclito”. Subrayó la misión universal de los apóstoles, citando a Jesús: “Vayan y sean testigos en Jerusalén, en Judea y hasta los confines del mundo”.

AMOR

Monseñor Droll declaró que “no hay duda de que el paráclito, es una promesa de amor, Jesús, ha dejado al Espíritu Santo, como lo prometió a sus apóstoles y también a todos sus seguidores hasta el día de hoy”. Por otro lado, el Padre Natividad de Jesús Rodríguez, Vicario de la Parroquia Inmaculado Corazón de María en Roatán, Islas de la Bahía, enfatizó que esta promesa divina de enviar al Espíritu Santo es una muestra del amor continuo y el acompañamiento de Dios a sus discípulos.

MISIÓN

En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió con fuerza sobre los Apóstoles; así comenzó la misión de la Iglesia en el mundo. Jesús mismo había preparado a los Once para esta misión al aparecérseles en varias ocasiones después de la resurrección (cf. Hch 1, 3). Antes de la ascensión al cielo, “les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre” (cf. Hch 1, 4-5). El Padre Pedro López, Asesor nacional de la Pastoral Juvenil, compartió sus reflexiones sobre la significancia de la llegada del Espíritu Santo y su relevancia en la vida de los jóvenes, especialmente en la próxima Jornada Nacional de la Juventud que se celebrará en Danlí este año.

REALIDAD

Según López, esta promesa no es solo un hecho histórico, sino una realidad continua. “El Espíritu Santo está viniendo todos los días, y cada vez que celebramos Pentecostés, debemos disponernos y abrir nuestro corazón para recibirlo”.

GUÍA

El sacerdote enfatizó la importancia de esta disposición espiritual, no solo para el evento de Pentecostés, sino como una actitud constante en la vida de los creyentes. “Hay que abrir nuestro corazón para dejarnos guiar, transformar, y sacudir por el Espíritu Santo. Esto implica desacomodarnos y movernos a llevar el Evangelio al mundo”, explicó López.

Además, hizo un llamado especial a los jóvenes que participarán en la Jornada Nacional de la Juventud. “Los jóvenes necesitarán al Espíritu Santo y deben preparar sus corazones para ser receptivos a su guía y transformación”, instó el Padre López. La llegada del Espíritu Santo no solo cumple una promesa de Jesús, sino que invita a una renovación constante. “Es una invitación a ser una iglesia movida por el Espíritu, una iglesia renovada que lleva el mensaje de Dios al mundo”, concluyó el Padre López.

1 ORACIÓN

Debemos intentar principalmente tener una actitud de confianza, de disponibilidad interior a la acción de Dios. La fidelidad a la oración favorece y hace más profunda la disposición de apertura y de escucha decididos a hacer en todo la voluntad de Dios.

2 ESCUCHA

Su manera de tocar y hablar a nuestro corazón despierta en nosotros una sensibilidad espiritual y nos acostumbra poco a poco a reconocer la voz de Dios, por tanto evitemos lo más posible las actitudes que pueden cerrarnos a la acción del Espíritu.

3 ACEPTAR

Aceptemos con confianza los acontecimientos de nuestra vida, aun cuando a veces no correspondan a lo que nosotros esperábamos. Si somos dóciles a la manera en la que Dios nos conduce, si nos abandonamos entre sus manos de Padre, Él sabrá hablar a nuestro corazón.

INSPIRACIONES DEL ESPÍRITU SANTO

El dulce Huésped del alma nunca está inactivo. San Pablo nos recuerda que actúa en nuestros corazones derramando el amor de Dios. El modo más común de su actuación son sus inspiraciones con las que aceptemos con confianza los acontecimientos de nuestra vida.

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