El Papa Francisco, en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, afirmó que “con sencillez, Jesús nos da el mayor sacramento, con un gesto humilde de donación, de compartir”. Y puso de manifiesto que “en la culminación de su vida, no reparte pan en abundancia para alimentar a las multitudes, sino que se parte a sí mismo en la cena de la Pascua con los discípulos”.
En su reflexión el Santo Padre, continuo resaltando que la mejor manera de vivir es con entrega, recordando que el amor lo vence todo, incluso la fuerza de amar a quien se equivoca, haciendo resaltar estas líneas; “Jesús se hace frágil como el pan que se rompe y se desmigaja. Pero precisamente ahí radica su fuerza. En la Eucaristía la fragilidad es fuerza: fuerza del amor que se hace pequeño para ser acogido y no temido; fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida; fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unidad”.
Jesús sabe que lo necesitamos, iba concluyendo la reflexión de Francisco, quien también hizo recordar que no hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, sacrificio, que hizo el hijo de Dios por el mismo amor a la humanidad, misma que hoy necesita de una verdadera cultura de paz y una hermandad, ante escenarios de guerra y violencia, sin olvidar las secuelas que se viven a raíz de la emergencia Sanitaria, por el COVID-19.