Palabra de vida |“Uno sabios de Oriente se presentaron en Jerusalén…”

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Hay que decir la inicio de esta reflexión, queridos lectores, que la palabra Epifanía, quiere decir, “manifestación”, argumentando además que la Palabra de Dios de este domingo, está centrada toda ella sobre Jesús Mesías, Rey y Salvador universal de todas las naciones. Debe quedarnos claro que no sólo ha venido por Israel, sino también por los paganos, es decir, por toda la familia humana. Con esta fiesta, Jesús se manifiesta públicamente como el que trae la salvación para todos. Mateo ilumina el acontecimiento con algunos elementos históricos y con referencias al Antiguo Testamento (cf. Is 60,1-6; Nm 23-24; 1Re 10,1-13; Miq 5,1), y nos habla de una revelación extraordinaria que conduce a los Magos o sabios a descubrir al Rey de los Judíos, como Rey del universo.

Por igual para este evangelista, los magos son personajes ilustres, primicias de los paganos, que exaltan la dignidad del Niño, protagonista del relato: ellos lo buscan: “¿dónde está el rey de los judíos, que acaba de nacer?”, lo reconocen como Mesías “Postrándose en tierra lo adoraron” y apreciaron su sencillez y pobreza “Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro (al rey), incienso (al Dios) y mirra (al hombre).

En contraste con las actitudes y acciones de los sabios de Oriente, Herodes y toda Jerusalén con él se turban ante la noticia del nacimiento del Mesías y lo buscan para matarlo. Aunque el Niño nacido en Belén es el portador de la paz como Buena Noticia, inicia un camino de prófugo, porque sus padres deberán de manera obligada salir huyendo hacia Egipto. Jesús aparece aquí como bandera discutida: marginado por su pueblo y buscado con esperanza por los de lejos. Belén será entonces la nueva Sión, la ciudad universal de las naciones y Jerusalén la ciudad descartada. El nuevo pueblo de Dios, como heredero de las antiguas promesas de Dios, está ahora formado por aquellos que buscan y reconocen “la estrella” con una disponibilidad interior y sincera.

Llama la atención la referencia a la estrella que se detuvo sobre el lugar en que se encontraba el Niño y como los sabios de Oriente se llenaron de inmensa alegría. Disfrutemos este texto, con los aportes dados arriba y dejemos que nos vuelva hablar en el hoy de nuestras vidas, seguramente encontraremos la alegría de ver al Niño a quien la estrella señala, como la Palabra de Dios que recibida con fe nos lleva hasta Él.

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