Homilía del señor Arzobispo para la Solemnidad del Bautismo del Señor

“Un día fuimos bautizados, por el agua y el Espíritu Santo” (Mc 1,7-11)

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En Honduras celebramos hoy, lunes siguiente al domingo de la Epifanía, la fiesta del Bautismo del Señor, y con ella culminamos el tiempo de Navidad. En el evangelio de Marcos, tan escueto en algunos detalles, encontramos por primera vez a Jesús adulto junto al Jordán, “en la fila de los pecadores”, sin miedo a ser confundido o malinterpretado. ¡Cuántas veces nosotros dejamos de hacer lo bueno o decir lo verdadero, simplemente por miedo o falso respeto! Entre nosotros es frecuente “saltarse la fila” e incluso pagar para no hacerla.

Jesús, en cambio, hace fila, no busca ventajas. Por eso, aunque él no lo necesitaba, pero quiere así acercarse a los pecadores que aguardaban el Bautismo de Juan. La primera imagen pública de Jesús es en medio de los que van al Jordán, donde “El Bautista”, conscientes de sus errores. Jesús es el Hijo amado, lleno del Espíritu, que manifiesta la paciencia de Dios. No viene a romper la caña resquebrajada ni apagar la mecha que aún humea. Jesús viene a levantar al caído y curar al enfermo. Un día fuimos bautizados, por el agua y el Espíritu Santo. Se manifestó así en nosotros el designio de salvación para el que Dios nos ha llamado.

Jesús se pone en la fila de nosotros, los pecadores, para tomarnos de la mano y hacernos miembros de su pueblo que es la Iglesia. Al salir Jesús del agua, expresada así la misericordia de Dios con la humanidad caída, dice San Marcos que “se rasgaron los cielos”, expresión que volverá a aparecer al final del evangelio, cuando Jesús expire. El pasaje del bautismo de Jesús expresa la iniciativa de Dios que, para bajar a la tierra, ha abierto una puerta en el cielo, puerta que queda abierta para todos aquellos que acepten sumergirse en Jesucristo, el Hijo amado, porque nosotros somos hechos hijos por adopción. Como decimos, culminamos hoy las fiestas de Navidad, en las que Dios ha querido darnos a conocer su rostro, para que todos mirándolo, quedemos sanados. Jesús, se pone en la fila de los pecadores, para bañarnos a todos con su compasión. ¿Y yo, en qué fila me pongo?

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