Celebrando hoy a la Santísima Trinidad, Misterio revelado por Jesús, nos brota decir de manera espontánea y acompañando a la liturgia de la madre Iglesia: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a quien es, que era y que viene”, tal como se dice en la apertura del libro del Apocalipsis (1,8). Tan maravilloso misterio viene desgranado en el conjunto de lecturas de este domingo. Con el Evangelio se manifiesta que la Trinidad se revela luminosamente en Cristo y en toda su obra redentora. Así lo manifiesta esta perícopa de San Juan en el contexto de la Última Cena que proclamamos hoy. A través de ella vemos como el Padre entrega al Hijo Jesucristo “todo lo que posee”; y de Cristo se nos ofrece el Espíritu, quien llevará a cabo hasta la plenitud de los tiempos la obra que Él ha comenzado con su Encarnación.
Vemos como el movimiento verbal que se usa en las palabras de Jesús, encaminan a descubrir como todo el movimiento Trinitario está encaminado a revelarse, es decir, en el don de la revelación que nos permite entrar en el misterio de Dios, en su voluntad, en su amor. Así creación, revelación, redención y santificación son esas acciones plasmadas en toda la Sagrada Escritura que nos permiten contemplar su Misterio, todopoderoso y amor viviente.
Con estos presupuestos que nos ofrece la Palabra de Dios de hoy, somos conscientes que ante el Misterio de la Santísima Trinidad nos podemos llegar como investigadores sofisticados que buscamos conclusiones teológicas nuevas, ni como curiosos que vemos si podemos acertar en algo sobre este misterio de fe. Jesús nos invita buscar en la revelación que nos ha hecho del Padre, del Espíritu y sobre Él mismo, en la contemplación silenciosa y amorosa, que nos permita comprender la existencia de un Dios único y Todopoderoso en la relación de tres personas divinas, de única naturaleza e iguales en su dignidad.
La vida entonces es un caminar hacia la consumación de nuestra de la misma en su presencia, conscientes que “ahora lo vemos como en un espejo y de manera confusa, pero entonces lo veremos tal y como es” (1Co 13,12). ¡Adoremos en este día a Dios Uno y Trino! Cuya realidad está revelada en las Sagradas Escrituras.