La narración de este domingo, Domingo de la Palabra de Dios, está dominada por Jesús. Él pasa, ve aquellos hombres trabajando y se dirige a ellos con tono de mando. Pero, antes de referirse a ellos de manera individual, dice Marcos que predicaba Jesús el evangelio de Dios: “El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca; ¡conviértanse y crean en el Evangelio!”.
Se trata de dos exigencias radicales, “¡Conviértanse!” es el verbo griego que usa Marcos y que describe un cambio total de mentalidad y elecciones morales, es un cambio de ruta para orientarse hacia un nuevo camino y hacia una nueva meta. La segunda exigencia de “Crean en el Evangelio”, revela la adhesión total a Dios que salva y se manifiesta en la palabra y en la persona de Jesús (el “evangelio”).
El verbo hebreo de la fe, “amen” indica precisamente colocarse de una persona o de una casa sobre la solidez de un roca firme, contra la cual nada pueden las tempestades, ni las olas de la historia. Con la celebración de este Domingo de la Palabra de Dios, estamos llamados a volver a escuchar la voz de Jesús que nos llama. Su palabra contenida en el Evangelio de Marcos el más breve (11,229 palabras griegas contra las 19,404 de Lucas y las 18,278 de Mateo), es el primer paso para llegar al convencimiento de quien es Jesús y como nosotros podemos ser sus discípulos.
Tan maravillosa presentación de los primeros llamados al trabajo del reino de Dios, nos hace comprender que todos podemos entrar en este viaje espiritual propuesto por Marcos, que tiene como punto de partida y llegada el misterio de la Pascua de Jesús, desde donde nace y renace nuestra fe en Él anunciado como “evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (1,1). Hoy tenemos este Kerygma inaugural, es decir, el “anuncio” por excelencia, para abrir nuestro año de seguimiento de aquél que es la Palabra hecha carne, en quien está y depende toda nuestra salvación.
