Ha ha pasado un año del caso cero por COVID-19 detectado en Honduras, un patógeno que ha causado tantas muertes en el mundo y que a la vez ha cambiado la vida y la forma de actuar de muchas personas. Un sector que ha sufrido los embates de esta enfermedad, es el de los médicos. Muchos son padres de familia que trabajan desde la primera línea de batalla, ellos han sido considerados como héroes dejando a un lado los paseos y convivios familiares para salvar vidas en los diferentes centros asistenciales del país.
“El COVID-19 es una enfermedad traicionera para el personal de la salud, la cual ha cambiado totalmente la vida de los padres médicos, en el sentido que se ha perdido mucho la sociabilización con la familia y sobre todo con los hijos. Cuando uno llega a casa, los pequeños nos quieren abrazar y estar con uno, pero definitivamente no se puede y es que el temor más grande que tenemos los médicos que somos padres, es que podemos contagiar a nuestros seres queridos.
Esto nos deja un gran grado de ansiedad” relató con mucha nostalgia el doctor Carlos Umaña, presidente de los galenos del Instituto Hondureño de Seguridad Social en San Pedro Sula. Sentimientos Tomando como ejemplo a San José, quien laboraba desde su humilde taller de carpintería, así los miles de profesionales de la medicina a lo largo y ancho del país, los héroes de bata blanca como son llamados, sufren el estar lejos de sus hijos, pero que a la vez se entregan a su labor como modelo de un buen ciudadano.
“Los médicos que atendemos pacientes diagnosticados por coronavirus, debemos evitar contaminarnos, ya que podemos contaminar a nuestros familiares y de alguna forma estaríamos siendo los que promuevan esta patología, por lo que debemos estar practicando las medidas de bioseguridad con más rigurosidad” manifestó el doctor Pablo Cerritos, quien es neumólogo del Hospital El Tórax y a su vez agrega que “lo único que nos queda, es la esperanza de que lleguen las vacunas para toda la población”.