Las palabras motivadoras de sus abuelos y su madre, que lo invitaban constantemente
a aspirar a algo grande, fueron forjando en el corazón del Padre Wilson Canizales, el anhelo de superación, que encontró su plenitud en Jesús y su llamada para el sacerdocio.
Pobreza
Originario de Vallecillo, Francisco Morazán, el Presbítero Wilson, es uno de los sacerdotes más jóvenes de la Arquidiócesis de Tegucigalpa. Hijo de madre soltera, que junto a sus hermanos, uno de ellos su gemelo, le toca salir adelante en medio de las dificultades.
“Venimos de una familia muy humilde, pobre materialmente, mis abuelos lucharon mucho, por sacarnos adelante. Mi madre trabajó de aseadora en un hospital y en varias casas, ella siempre nos decía; que no fuéramos como ella, siempre se propuso darnos algo más” comenta el presbítero.
Trabajo
El sacrificio vivido desde la infancia, ha ido forjando el carácter de este joven sacerdote, que actualmente sirve como vicario en la casa de Santa María de Suyapa. Él, recuerda que en su infancia, “en la época que había mangos y nances, nos levantábamos de mañana para ir a buscarlos y venderlos en la escuela y con ese dinero, comprábamos los útiles para estudiar”.
Otra de las actividades a las que se dedicaba, era a cortar café, “el corte iniciaba en octubre y con eso nos comprábamos los estrenos de diciembre, pero también ahorrábamos para los uniformes” confiesa.
Pruebas
Nos comentó que “desde joven yo soñaba con tener una linda esposa, una buena
casa, un buen carro y con darle lo mejor a mi mamá”, pero en el camino, Dios le fue mostrando sus designios, ya que lo estaba llamando para el sacerdocio.
Para ello, pasó por muchas pruebas; en su adolescencia, cayó en el consumo de alcohol
y el cigarrillo, “sufrí mucho, tuve una crisis de identidad” indicó.
Conversión
Para seguir al Señor, tuvo que limar muchas asperezas. Su proceso de catequesis, fue el primer impulso para su conversión y dejar todo atrás. Contó con la ayuda de varios sacerdotes, uno de ellos, lo marcó diciéndole “No tienes que ser tonto, Dios tiene algo más grande para ti”.
Aunque confiesa que “no sabía a lo que me estaba metiendo”. La amistad con el Padre Marciano Adriano, fue forjando el deseo de entregar su vida a Dios. Canizales añadió, que inició con su hermano gemelo el proceso vocacional, pero solo él continuó.
Ministerio
El camino al ministerio no fue fácil, le costó mucho sus estudios, dos veces hizo sus maletas para regresarse, porque sentía que no daba el ancho, pero con la ayuda de Dios, alcanzó el objetivo de ser un sacerdote y entregarle su vida a él a través del servicio al pueblo.