Odio que crece

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Estoy escribiendo estas líneas mientras tengo grabada en mi mente las imágenes de los templos recientemente quemados en Santiago de Chile, producto de la protesta que han conducido un grupo de mal llamadas feministas.

El nivel de intolerancia al que estamos llegando a nivel mundial es realmente absurdo y no sólo preocupante sino aberrante.

Una buena cantidad de nuestros jóvenes está siendo orientada por un grupo de personas que les vuelven incapaces de tener sentido crítico y les adoctrinan para que se vuelvan ciegos a sus raíces, a su pasado. Claro que no todo pasado fue mejor y claro que una institución formada por hombres, como lo es la Iglesia, ha cometido a lo largo de 21 siglos muchos errores, pero llegar a estos extremos no es simple vandalismo, es realmente un muy bien orquestado y manipulado movimiento de interpretación de la historia o que quiere leerla con un prisma que no es anacrónico, sino negacionista. Estamos ante personas con las cuales dialogar es muy difícil porque les han hecho creer que su enemigo se elimina quemándole sus propiedades y no se dan cuenta que el verdadero incendio está en su mente, donde hace días les redujeron a cenizas la conciencia y la capacidad de razonar.

Este movimiento, no es espontáneo. No nos engañemos. Si pueblos como el chileno que se precia de ser casi del primer mundo por sus avances económicos, permite este tipo de atropellos es que, como sociedad, han perdido el equilibrio entre libertad y respeto al derecho ajeno.

Este fenómeno, por llamarle de alguna manera, está afectando todos los países del mundo porque hay un descontento generalizado que ni siquiera la solidaridad humana que debía haber generado la pandemia, ha logrado parar porque no parece que una persona que apoye el aborto o que quiera la eliminación de un tipo determinado de personas, permita que el sufrimiento ajeno, el pensar distinto sea legítimo o siquiera válido.

Si a eso le suman las reacciones en contra del Santo Padre por sus palabras en la “Fratelli Tutti” que es un documento precioso que nos invita a sabernos, sentirnos y trabajar como hermanos, o a sus declaraciones en el documental “Francisco” respecto de los homosexuales, nos daremos cuenta que los ataques son muy coordinados para ser una simple coincidencia.

Por eso, debemos atrevernos a vivir nuestra fe respondiendo a tanto mal, haciendo el bien, pero al mismo tiempo con la firme convicción que todo este odio debe fortalecernos y no dividirnos. El Señor fue claro al hablarnos de que en el mundo tendríamos persecuciones, pero también que el que perseverara hasta el final se salvaría. Así que podrán meterle fuego a un templo o acusar al Santo Padre de cualquier locura, la Iglesia del Señor Jesús seguirá firme y sirviendo mientras cada uno de nosotros esté dispuesto a vivir su fe en plenitud.

 

Padre Juan Ángel López, párroco Sagrado Corazón de Jesús, Miraflores

 

 

 

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