En la búsqueda de un propósito de vida, la llamada del Señor Jesús se presenta como un faro guía que ilumina el camino de aquellos dispuestos a escuchar. María Ester Suazo y Pablo Josué Fernández, son asesores de grupos juveniles desde hace unos años y ellos comparten sus perspectivas sobre la importancia de no hacer oídos sordos a esta vocación divina.
Para María Ester Suazo, la vocación es un llamado personal que trasciende lo mundano. “Es esencial que los jóvenes reconozcan que la vocación no es solo una elección de carrera, sino un llamado profundo del Señor”, afirma. Suazo destaca la necesidad de cultivar la espiritualidad y la conexión con Dios para comprender y abrazar esta vocación única. Pablo Josué Fernández, otro formador comprometido, subraya la responsabilidad de los mentores en guiar a los jóvenes en su discernimiento. “Debemos ser guías comprensivos y pacientes, ayudándolos a descubrir el propósito que Dios tiene para ellos”, comenta Fernández.
Cristo nos invita a seguirle
El Evangelio del II Domingo del Tiempo Ordinario, según San Juan 1, 35-42, nos recuerda esta pregunta: « ¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Él les dijo: «Venid y lo veréis.» Ambos formadores coinciden en que la sociedad actual a menudo distrae a los jóvenes con ruido y superficialidad, alejándolos de la voz de Dios quien les invita a seguirle. Es crucial que los formadores y líderes ayuden a los jóvenes a despejar el camino, a silenciar el bullicio del mundo para escuchar la llamada divina.