Al concluir la peregrinación desde la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, la feligresía participó de la Eucaristía en la Basílica de Suyapa, con la cual, queda inaugurada la fiesta nacional en honor a la patrona de todos los hondureños. Monseñor José Vicente Nácher, salió al encuentro de la “Morenita” que venía junto al pueblo de Dios en peregrinación y así, entrar por la nave central del recinto mariano más importante del país, para bendecir a los miles de peregrinos que participaron este día del inicio de la fiesta de Suyapa.
Presidió la Eucaristía Monseñor Nácher, en compañía de los frailes de la Merced y los presbíteros que atienden esta casa maternal. Durante la homilía, destacó la relación entre la Catedral y la Basílica. “Esta mañana, hemos realizado un bella peregrinación, desde la Catedral de Tegucigalpa hasta esta Basílica de la Virgen de Suyapa, ambas son casas, parroquias emblemáticas, con sentido materno, abiertas a todos en las que cada uno de nosotros nos sentimos como en casa”.
Al profundizar en la Palabra de Dios, señaló que la primera lectura nos recuerda que, “Esta es la morada de Dios entre los hombres…Con ello nos referimos a estas dos bellas iglesias, distintas y a la vez unidas, pero sobre todo, nos referimos a María, con justicia podemos decir que la Virgen María es la morada de Dios entre los hombres, es decir, el primer hogar en que habitó en carne Jesús, en su advocación de Suyapa, sigue siendo el lugar seguro en donde encontramos a la madre de Dios, que es también la nuestra y en ella, también encontramos el lugar donde habita Dios”.
Monseñor Nácher, al actualizar el mensaje del Señor a través de su Palabra, expresó que, “El Señor sigue habitando en medio de los humildes y sencillos que le sirven con sincero corazón, poniendo por obra sus palabras. Aquí, ante María, que al mismo tiempo es hija y madre de Dios, nos sentimos si cabe, más hijos en el hijo, como nos dice la segunda lectura. Venimos de lugares lejanos y diferentes, pero aquí nos sentimos todos próximos, junto a la madre”.
La Basílica está abierta a todos reafirmó Monseñor Nácher, “En este lugar, todos nosotros, los pequeños, proclamamos la grandeza de Dios y nos sentimos envueltos como María, en la ternura de Dios. María, dijo si a que el Espíritu habitará en ella. En su perfecta obediencia, de morada transitoria, se convierte en templo permanente de esa manera, María es siempre casa de divinidad, lugar sagrado donde la humanidad es bendecida y la divinidad es manifestada”.
Para finalizar, consultó a quienes habían peregrinado si estaban cansados, ante la negativa, sonrío y recordó que “no se vale mentir… esta bien, cuando uno camina con otros, el camino es más ligero, apliquémoslo a todos los ordenes y les pido por favor, no dejen de caminar, no dejen de ir en busca de la madre, porque así encontrarán a Jesús“.