En la Homilía Dominical en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, Monseñor, Monseñor José Vicente Nácher, arzobispo de Tegucigalpa, expresó esta Octava de Pascua es conocida como el Domingo de la Misericordia expresada justamente por el propio Resucitado, que a pesar de las puertas cerradas por el miedo se hace presente a los discípulos reunidos.
Al igual recalcó que, lo que la gente necesita no son solo “grandes mensajes” sino mensajeros creíbles. En este caso va todo unido: Jesús es digno de ser creído y él mismo es en quién hay que creer.
Asimismo, manifestó, que hoy se necesita valor para anunciar Resurrección a un mundo sin fe que niega la realidad de la muerte. En general, solo se admira el éxito y solo se comparte el perfil más agradable que tenemos. Casi nadie muestra sus heridas, sus debilidades si no es para victimizarse y reclamar atención, expresó
El arzobispo igual apuntó que la alegría de la Pascua no nos hace olvidar los que sufren y están heridos en la humanidad. Ni tampoco nos hace negar nuestra propia precariedad física, psicológica y de todo tipo. Al revés, es a través de nuestras heridas como más fácilmente nos identificamos con Cristo “herido y resucitado”.