Nada tenemos, todo lo esperamos . ¿No es así nuestra vida en esta tierra? Nada es nuestro, nada podemos retener, de nada podemos alardear… y todo lo esperamos con la firme certeza de la fe, que es la presencia más real.
Hoy poco podemos hacer, sino esperar. El activismo entra en crisis, descubre que no se basta a sí mismo. Dejar de “tanto hacer” para orar y meditar en la importancia del sepulcro, donde parece que nada pasa, y en verdad, todo lo nuevo pasa por él.
No hay alegría sin espera, ni espera sin esperanza. No hay Domingo sin Sábado .
Hoy la eternidad se ríe de nuestras prisas, y nuestros afanes son humillados por
la losas que nos encierran. Mientras tanto, el nuevo Adán, que duerme en la tumba, ha extirpado de raíz la fuerza del mal que es el pecado.
María, Madre de la Perseverancia, tú te inclinas hasta nuestra inquietud, para decirnos que, en el silencio y la espera, tu Hijo Jesús, está siempre a nuestro lado.
+Mons. José Vicente Nácher Tatay C.M., Arzobispo de Tegucigalpa
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