La Iglesia Católica de Nicaragua anunció el domingo que aceptará la presencia de fieles en las misas a partir del 4 de octubre próximo, bajo un estricto protocolo de bioseguridad, luego de más de seis meses sin asistencia, debido a la pandemia del COVID-19.
“Hemos tomado la decisión de que cada obispo, si lo considera conveniente, dé normas propias para la apertura de los templos y celebración de los sacramentos a partir del domingo 4 de octubre de 2020, cumpliendo con las medidas de bioseguridad prescritas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los especialistas independientes de nuestro país”, informó el Episcopado, en un mensaje emitido por medios de comunicación católicos.
La presencia de fieles en las eucaristías estaba suspendida desde marzo pasado, cuando el Episcopado se declaró en “autocuarentena”, tras detectarse el primer caso de COVID-19 en Nicaragua.
A partir de la fecha establecida, los fieles podrán asistir a las misas siempre que porten mascarillas, no presenten fiebre, y respeten el protocolo de bioseguridad establecido por el clero. Además, el Episcopado recomendó que no asistan niños, ni adultos mayores.
Dicho protocolo indica que las iglesias deben estar desinfectadas antes y después de cada sacramento, los visitantes tendrán que pisar una alfombra con solución de cloro en una entrada única en cada templo, el distanciamiento de dos metros entre personas, y seguir las indicaciones de voluntarios, quienes estarán vestidos de blanco o negro, para facilitar su identificación y así evitar interacciones.
Adicionalmente, no se distribuirán hojas de cantos ni libros de lectura, la paz se dará con una reverencia a la distancia, y no se permitirá la permanencia de personas en las parroquias antes ni después de las misas.
Medidas de bioseguridad
Cada sacerdote utilizará mascarillas, además de alcohol en gel para evitar la contaminación de los materiales utilizados, pondrá las hostias en las manos de los creyentes, y evitará el intercambio de palabras, además, se moverá en los pasillos durante la comunión, para evitar la circulación de personas dentro del templo.
“Hemos asumido el reto con temor y temblor, conscientes, no sólo del peligro de la pandemia, sino también de la crisis sociopolítica que vive nuestro país”, explicó el Episcopado, que se ha declarado “perseguido” por el Gobierno del presidente Daniel Ortega.
Los obispos sostuvieron que tomaron la decisión luego de haber “escuchado las voces de los profesionales de la salud, tanto nacionales independientes, como a expertos internacionales”.