Los hijos con discapacidad, un don que nos acerca al Señor

Cuando los padres se muestran alegres a pesar de las dificultades de su situación, pueden hacer feliz a su hijo, brindándole esperanza

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La vida es un don de Dios, especialmente cuando se gesta en el seno de una familia. La exhortación apostólica Amoris Laetitia señala que “Cada nueva vida nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que jamás deja de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen”. Pero que sucede cuando dentro de la familia, cuentan con un hijo con discapacidad, ¿Cómo descubrir la presencia de Dios en esta realidad que, irrumpe en la vida, genera un desafío, pro- fundo e inesperado, y desbarata los equilibrios, los deseos y las expectativas?

Fidelidad

El Papa Francisco señala que “Merecen una gran admiración las familias que aceptan con amor la difícil prueba de un niño discapacitado. Ellas dan a la Iglesia y a la sociedad un va- lioso testimonio de fidelidad al don de la vida”. La familia que acepta con los ojos de la fe la presencia de personas con discapacidad podrá reconocer y garantizar la calidad y el valor de cada vida, con sus necesidades, sus derechos y sus oportunidades. El Papa señala en Amoris Laetitia que “Las personas con discapacidad son para la familia un don y una oportunidad para crecer en el amor, en la ayuda recíproca y en la unidad”.

Familias

El presbítero Abilio Zambrano, párroco de la comunidad San Pedro Apóstol de esta capital, es del criterio que un hijo con discapacidad en la familia, les muestra la presencia de Dios. “La presencia de Dios se manifiesta en esa familia, haciéndolas fuertes, para que reconozcan que, en el sufrimiento, Dios se hace presente, sobre todo, cuando abrimos la puerta de nuestro corazón y lo dejamos actuar a Él. Ese hijo con discapacidad, lleva a la familia a estar en la presencia de Dios y darse cuenta que no están solos”, culminó.

Importante rol y unidad

La familia es el referente y soporte más importante para la mayoría de personas. Juega un papel esencial en su proceso de formación y es el entorno más adecuado para que las personas se desarrollen de manera integral. Su presencia es insustituible para el desarrollo socio-afectivo de todas las personas y, de manera especial, para los miembros del hogar que tienen alguna discapacidad. Pero no porque esperen un trato diferenciado o una actitud sobreprotectora sino, porque de ella se debe derivar un trato que posibilite su desarrollo.

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