Los Delegados de la Palabra nos enseñan a vivir la sinodalidad como pueblo de Dios

Desde su creación, han sabido caminar junto a la Iglesia, sirviendo a la comunidad en todas sus necesidades

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Hombres y mujeres, por quienes el Evangelio llega a los más pobres y a los lugares más recónditos. Gracias a su misión, las comunidades sostienen su fe; surgen y se capacitan líderes, las sectas pierden terreno y se defiende la vida, el ambiente y la dignidad de las personas… Hablamos de los Delegados de la Palabra de Dios.

Misión

Tienen como principal tarea, presidir la celebración, proclamar la Palabra de Dios y hacer vivencia del mensaje los domingos y en momentos especiales como funerales, aniversarios y fiestas de guardar. Con su testimonio, “Buscan hacer de la Palabra de Dios y de la enseñanza social de la Iglesia, el fermento que lleve a la comunidad a un desarrollo integral, así como denunciar con la Palabra y con el testimonio todo lo que es contrario al Evangelio”, según reza el directorio de los delegados. Asimismo, les toca apoyar a los catequistas y a otros animadores de movimientos apostólicos de la comunidad. Es importante, recordar cómo aquel Domingo de Ramos, un 27 de marzo de 1966: diecisiete campesinos fueron llamados por Monseñor Marcelo Gerín, a un curso para animar las celebraciones litúrgicas, de la Semana Santa en sus comunidades donde no podía llegar un sacerdote.

Sinodalidad

El padre Tony Salinas, párroco de la comunidad San Juan Bautista de Ojojona, recuerda que el Vaticano II nos abrió el camino de la comunión, hacia la sinodalidad, “Ya monseñor Marcelo Gerín en los años que fue obispo de Choluteca, abrió la puerta para que esta Iglesia pre conciliar, diera un signo de un camino post conciliar y esos son los Delegados de la Palabra de Dios”.

El presbítero ahonda, en que ellos son una herramienta eficaz de Dios en medio de nuestras realidades rurales, sobre todo, “allí su Palabra se hace eco de la Palabra de Jesús y su espiritualidad enriquece la vida de la Iglesia” dijo. Ellos conocen muy bien la realidad de sus hermanos y experimentan de manera ideal, el caminar juntos. Bien lo mencionó San Juan Pablo II, en 1983, que “Vuestra ejemplar caridad, vuestra honradez, son como exigencias ineludibles de vuestra vocación de Delegados de la Palabra”.

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