Nos encontramos con situaciones conflictivas con más frecuencia de las que desearíamos, pero estamos en un punto donde ya no hay tiempo para la indiferencia, la distancia y el menosprecio. Vivimos en un mundo donde las personas no se tienen tolerancia, fácilmente se lastiman unos a otros. Las sociedades se encuentran divididas generando un ambiente de tensión en el día a día, es donde surge la pregunta: ¿Por qué se nos hace difícil perdonar o pedir perdón? Dios nos llama a entrar en comunión con Él y así refugiarnos en su amor. El Evangelio de Marcos (3, 20- 35) nos relata: “Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir”. Las ganas de obtener poder nos han llevado a mantenernos en una guerra constante, situación que ha dejado luto y dolor en distintas partes del mundo, alejándonos de una realidad; que cada uno somos hermanos en Cristo.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”, es el llamado al amor mutuo, a la entrega generosa hacia los que participamos del mismo Cuerpo y Sangre de Cristo. Nos debemos a un amor que sabe perdonar, que soporta y tolera, todos somos hermanos, por tener a Dios como Padre. Necesitamos vivir como hermanos que somos. Los conflictos de poder y las divisiones en la sociedad de una u otra manera nos afecta a todos. Como lo expresa el Papa Francisco: “No es suficiente hablar de paz, se debe hacer la paz y quien habla solamente de paz y no hace paz, se contradice”.
1 Guerra
En la actualidad las guerras están provocando luto en el mundo, dejando miles de personas inocentes muertas en este conflicto y miles que han tenido que ser desplazados, forzados a abandonar sus lugares de origen.
2 Poder
Las disputas de poder están dejando a una sociedad dividida, abandonada, sumergida en la pobreza y delincuencia. Dejando sin esperanza a una nación que aspira con poder salir adelante y alcanzar sus sueños.
3 Conflicto
El estrés de lo cotidiano nos está acercando a ser personas conflictivas, siendo poco tolerantes a las correcciones. Vivimos en un mundo donde nos creemos perfectos y eso nos lleva a no aceptar nuestros errores.