Llamados a responder la mirada de Dios

Cuando acogemos esa inquietud de servir nuestra vida cambia. Todo se vuelve un diálogo vocacional entre nosotros y el Señor, pero también con los demás

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La vocación en la riqueza, es la más grande herencia que Dios le puede entregar a las personas, es un don y una tarea, según el seminarista Fernando López, quien nos relata que “Esta tarea se comprende desde el compromiso, una respuesta y sacrificio que se unen en una entrega definitiva”.

Por su parte Glenda Ortiz, Hermana Dominica de la Presentación, indica que “Lo importante es ver nuestro mundo, descubrir las necesidades que este engloba y así enfocarse en identificar cómo el Señor nos llama a servir, a cambiar este mundo”. La religiosa también no indica que los jóvenes no tienen que perder la fe en que pueden cambiar el mundo con pequeñas iniciativas.

Uno de los principales pilares dentro de este mundo de necesidades, actitudes y aptitudes que engloban a las vocaciones, es la realización personal, pero debemos saber cómo se llega a esto. El sacerdote Rodolfo Varela, párroco de la comunidad de Nuestra Señora de la Visitación, asegura que “Es por medio del discernimiento que descubrimos cuál es nuestro camino. Además, una vez descubierta, Dios da las gracias necesarias para ejercer el servicio con amor”.

Practicar la fe

Tenemos que recordar que el propósito más importante es crecer en una relación profunda, íntima y amorosa con Dios. Este es el primer paso para cualquier persona joven que desee discernir cualquier llamada en la vida.

El llamado

Es una misión que hay que cumplir para actuar en la vida, convirtiéndose en respuesta específica a la llamada de Dios, para despertar y ayudar al discernimiento de las personas que se plantean la cuestión de una vocación particular.

La santidad

Esta vocación se recibe en el seno de la comunidad, llamado también por el Padre en el transcurso de la historia. La santidad es una gracia ya dada como indicativo para hacer fructificar con todos los esfuerzos lo que hacemos para engrandecer la fe y la caridad.

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