Las Obras Misionales Pontificias (OMP) son el principal instrumento de la Iglesia Católica para atender las grandes necesidades con las que se encuentran los misioneros en su labor de evangelización por todo el mundo.
Las OMP ofrecen un constante apoyo espiritual y material para que los misioneros puedan anunciar el Evangelio y colaborar en el desarrollo personal y social del pueblo en medio del cual realizan su labor. Disponen de un Fondo Universal de Solidaridad adonde llegan las aportaciones de los fieles, por pequeñas que sean, y se reparten en función de las necesidades existentes en los territorios de misión.
En las calles y sin importar las altas temperaturas del día o las condiciones que prevalezcan, este grupo misionero ha sido enviados a llevar el mensaje del amor de Dios casa por casa, a todos los rincones, a todas las personas alejadas del Señor y sobre todo a quienes desconocen a Cristo.
Existen 1.115 Territorios de Misión. Se extienden por África y Asia, las islas de Oceanía y América. El 37% de la Iglesia Universal es Territorio de Misión. Representan 1/3 de la Iglesia católica. Aproximadamente un 44% del trabajo social y educativo de la Iglesia se desarrolla en los territorios de misión. El 45,70% de la humanidad vive en los territorios de misión. Uno de cada tres bautismos en el mundo se celebra en los Territorios de Misión. Un sacerdote en las Misiones atiende a más del doble de habitantes que un sacerdote de la Iglesia Universal.
Existen cuatro obras. La primera es de Propagación de la Fe que tiene como objetivo abrir el corazón de todo creyente a la inmensidad del horizonte misionero, mediante el apoyo espiritual y material al anuncio del Reino de Dios.
La siguiente obra es la Infancia Misionera, en donde los niños evangelizan los niños, los niños oran por los niños, los niños ayudan los niños de todo el mundo. Aún hoy la Obra se propone ayudar a los niños a desarrollar un espíritu y un protagonismo misionero que los motive a compartir la fe y los medios materiales, especialmente con los niños más necesitados, y promueve, incentiva y apoya las vocaciones misioneras ad gentes.
La tercera obra es la de San Pedro Apóstol, que promueve, en las comunidades cristianas, la conciencia de la necesidad de desarrollar el clero local y la vida consagrada en las iglesias misioneras de reciente fundación. Asimismo, anima y coordina la colaboración misionera en todas las Iglesias locales, a través del ofrecimiento de la oración, el sacrificio y la limosna, para sostener la formación de los futuros sacerdotes y religiosos/as de las Iglesias jóvenes, y la preparación necesaria de sus formadores.
La última obra se trata de la Pontificia Unión Misional, que tiene por objetivo vivir y educar en la única comunión eclesial donde la Iglesia universal, las Iglesias particulares, las Iglesias de fundación más reciente, fruto del trabajo misionero de los siglos pasados, los institutos misioneros y de vida consagrada, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades de vida cristiana, puedan servir a la salvación de todos, la transmisión de la fe y la transformación del mundo en diálogo con la conciencia y la libertad de cada uno, con los pueblos, sus culturas y religiones.